fabian | 06 Abril, 2012 09:53
La amada España
Mallorca
¿Cómo podría faltar en esta colección la tierra de Mallorca, breve compendio de todas las tierras de España? Recuerdos y esperanzas... Una noche en el barco; á la mañana, desde la cubierta, bajo el cielo azul, vemos á lo lejos á la ciudad. Lentamente se va acercando la nave. Sentimos la emoción de que vamos a ver lo que jamás hemos visto y tanto nos han ponderado. ¿Será la realidad como el ensueño? En la ciudad, recorremos callejuelas y atravesamos plazas que son como les plazas y callejas de las viejas ciudades españolas peninsulares. Pero ya acá y allá, de cuando en cuando nos quedamos absortos, extáticos, contemplando un tipo de mujer que pasa. ¿No habíamos encarecido — con Campoamor — la belleza frágil y etérea de las alicantinas y jijonencas? Pues esta belleza de Mallorca tiene algo que no sabemos explicarnos; largo rato vagamos, sin mirar nada, sin ver nada, tratando de comprender el atractivo supremo de estas mujeres. ¿Está en la tez? ¿Está en la gracia elegante y señoril del caminar? ¿Está en la mirada? ¿Está en la voz? La voz al pasar la hemos escuchado, y en el idioma que habló Lulio, hemos recogido dulces inflexiones, matices de delicadeza, entonaciones cual un sortilegio que antes no habían llegado nunca á nuestros oídos...
Los recuerdos acuden á nuestra mente.Después de horas de caminar bordeando montañas, ascendiendo suavemente á sus cumbres, tornando á lo hondo de los collados y cañadas, hemos columbrado á lo lejos el mar. El camino, ¿no está en lo alto bordeado de frondosos árboles? Y luego desde un antepecho de piedra, ¿no se descubre allá abajo un surgidero ó cala en que las aguas se mueven y remueven suavemente? En el crepúsculo vespertino estas aguas son grana, morado, azul y oro. La visión es maravillosa. Contemplando ahora este mar, de tan espléndidas irisaciones, desde esta eminencia tenemos la sensación de ir — ¿hacia dónde? — en la proa de un barco. De ir, entre resplandores de oro, en busca de regiones desconocidas.
Cae el crepúsculo. Tornamos a nuestra casa: es una celda del viejo monasterio de Valldemosa. Una mujer célebre ha estado en estos parajes; pero mucho más tarde un gran poeta, inolvidable amigo, ha habitado también esta mansión. Y si antes de su venida, el famoso ingenio extranjero diríase que daba cierto carácter literario á la isla toda, ahora es el poeta español quien pone en esta tierra, principalmente, ya que no con exclusividad, ese ambiente que los grandes artistas, que el recuerdo de los grandes artistas, presta á los paisajes y a los edificios. Villanueva de los Infantes es Quevedo; Esquivias es Cervantes... La sombra de Rubén Darío vaga por la hermosa tierra de Mallorca. Aquí estuvo durante meses el poeta. Sus ojos se empaparon desde estas costas en el azul del Mediterráneo. Ya estaba en sus postrimerías el poeta: su sensibilidad, como una lámpara cuya luz se aviva momentáneamente, dio aquí algunos de sus más bellos y penetrantes versos. La Epístola á la señora de Lugones va fechada en Mallorca, y de Mallorca se habla en casi toda ella. ¡Qué bien ha expresado el poeta la finura y la elegancia de esta raza y de esta tierra Un solo verso suple a veces una larga y prolija descripción.
Hay un mar tan azul como el Partenopeo.
y el azul celestial, vasto corno un deseo,
su techo cristalino bruñe con sol de oro.
Aquí todo es alegre, fino, sano y sonoro.
Barcas de pescadores sobre la mar tranquila
descubro desde la terraza de mi villa,
que se alza entre las flores de su jardín fragante
con un monte detrás y con la mar delante.Aquí todo es alegre, fino, sano y sonoro: esa frase parece resume la tierra de Mallorca. La finura y la jocundidad de las cosas y del ambiente son las supremas características que el poeta ha visto con visión certera. Rubén habla después de la mujer mallorquína.
Las mallorquínas usan una modesta falda,
pañuelo en la cabeza y la trenza á la espalda.
Esto las que yo he visto, al pasar, por supuesto.
Y las que no la lleven no se enojen por esto.
He visto unas payesas con sus negros corpiños,
con cuerpos de odaliscas y con ojos de niños;
y un velo que les cae por la espalda y el cuello
dejando al aire libre lo obscuro del cabello.
.Sobre la falda clara un delantal vistoso.
Y saludan con un bon di tengui gracioso
entre los cestos llenos de patatas y coles,
pimientos de corales, tomates de arreboles,
sonrosadas cebollas, melones y sandías,
que hablan de las Arabias y las Andalucías...«La isla — añade luego el poeta — es florida y llena de encanto en todas partes». Y esta variedad en el encanto es lo que hace sin par en las tierras mediterráneas á Mallorca. Un mallorquín ilustre, querido compañero de letras, lo ha dicho: «La característica de las Baleares y en especial de Mallorca — ha escrito Miguel S. Oliver — es una asombrosa gradación y variedad de aspectos, los más inesperados, los más distantes, los más contradictorios, reducida al menor espacio posible. Diríase que la naturaleza se ha empeñado en ofrecer allí una colección de trozos selectos, como una verdadera antología del paisaje». Y Oliver, en este artículo Vagando por Mallorca, publicado en el A B C del 13 de agosto de 1913, añade, hablando de las múltiples apariencias del paisaje mallorquín:
Hase dicho para explicarlas — y es forzoso acudir cada vez á esa formula, ya clásica, de Jorge Sand, — que Mallorca viene á ser «la verde Helvecia, bajo el cielo de la Calabria, con la solemnidad y el silencio de Oriente». Y. en efecto, en su reducida superficie puede descubrir el viajero acostumbrado á este linaje de comparaciones, una fusión ó conjunción del tipo oriental y del tipo alpino, y aun, á trechos, del propio tipo africano. En una hora se pasa de la marisma pantanosa á la llanura cubierta de trigales, sombreados por el indefectible almendro; y á los olivares añosos, .alternando con la higuera, en una viva sugestión y parentesco de los campos de Palestina; y de ahí á la alquería moruna, con sus perfiles de alcazaba dominados por esbeltas palmeras ó á las huertas con macizos de laureles gloriosos», entre cuyas frondas estallan de melodía los ruiseñores.
Y a esta sucesión de llano y montaña, de viñedos y olivares, de valles encantados y desfiladeros abruptos, súmase también la variedad inusitada de la costa, que va desde la playa suavísima y virginal á las calas armoniosas, vibrantes todavía del remo de los Argonautas y la forminge de Orfeo, ó á la braveza de los acantilados septentrionales y osiánicos. mirando á la inmensidad del mar como desde una «última Thule». Parece que no puede darse ya más extensa gama de aspectos, y no obstante, falta enumerar todavía el del mundo subterráneo y maravilloso que sirve de soporte al fragante vergel de la superficie. Allá, en las entrañas de esa rosa privilegiada florece el portento de las grutas, afiligranado y lindísimo en las del Drach, que se miran en el espejo de sus lagos inmóviles y de diafanidad diamantina; grandioso en Artá, donde las columnas estalactíticas parecen arrancadas á un templo ninivita y las bóvedas se tomarían por abortos ó tentativas de catedrales sin debastar ni pulir aún.
Recuerdos y esperanzas. Recuerdos de aquella tierra maravillosa, en que el mar que la ciñe es oro, carmín y morado; esperanzas — que acaso no se logren — de volver á posar los ojos en aquel paisaje, en aquella marina. Y acaso entre nuestros recuerdos, el más hondo y grato es el siguiente: caminando hacia Valldemosa, vimos al lado del camino, en un recodo y junto al mar, una casa. Era una casa rústica, de labriegos; casa ancha, clara y limpia. Entramos en ella; la puerta estaba sombreada por una hojosa higuera. El zaguán aparecía empedrado de menudos guijos blancos. Y abiertas de par en par las puertas, estaba allí en el zaguán un pintor joven, romántico, pintando en un gran lienzo. A su lado, en un sillita baja, asistiendo amorosamente á la obra, estaba su mujer. Los dos vivían allí lejos del mundo, creyendo en la gloria, esperando llenos de confianza. No vivían allí más que ellos y una sirviente. A dos pasos y en lo hondo, el mar removía entre los peñascos con suavidad sus aguas.
Recuerdos y esperanzas... ¡Ya no volveremos á ver más al pintor junto al mar y en la casa blanca, clara y limpia!
Azorín
La Vanguardia, Martes, 10 abril 1917.
Bueno. Son varias preguntas que se me plantean y que yo trasladaría a la actualidad de hoy. Azorín no es un profesor de literatura, sino un escritor. Elige algunos textos literarios que hablen de Mallorca. Pone textos de Rubén Darío y de Miguel de los Santos Oliver, ambos contemporáneos suyos. Se cita a George Sand. Posiblemente Costa y Llobera en 1917 no fuera aún suficientemente conocido. ¿Cuáles pondría hoy día?; es decir, ¿cuáles conozco o conocemos de ahora y de antes?
Este artículo de Azorín, sin cambio alguno, es el capítulo dedicado a Mallorca en el libro El paisaje de España visto por los españoles (en pdf, epub y otros) publicado en 1917. El título, y la interesante "Introducción" delimitan claramente la temática de los textos elegidos y, también, el tono no académico del mismo.
Actualicémonos al "hoy y ahora". Este libro y los artículos de Azorín los he podido leer (y transcribir) porque están en Internet. Creo que de aquella máxima "añade algo" siempre que escribas en Internet, está el agruparlos y transformarlos a texto. Pero temo que esto sólo es posible con pocos casos puntuales de la literatura sobre Mallorca por varias causas. La obra de Joan Alcover, de Costa y Llobera, de Miguel de los Santos Oliver es hoy día de Dominio Público, pero ¿está pública en Internet? La obra de George Sand en castellano será de Dominio Público la primera traducción que se hizo de ella en 1902 el próximo día uno de enero. ¿Quién la pondrá abierta en Internet?
Pero no basta con que las obras estén en abierto en Internet, sino que también es preciso lo que lingüísticamente se llama "perfomance" o "actualización", consistente en que se hable de ellas, que se comenten, que se saquen de ese saco olvidado del tiempo. El paso de una obra al Dominio Público, su aparición en abierto en Internet son momentos propicios para rescatar del olvido toda esta obra que todavía puede plantearnos preguntas y crearnos emociones.
Azorín en Mallorca
El viaje
Paseo por Palma
Valldemossa y Sureda
Con el señor Maura
De Valldemossa a Sóller
Deseo
Mallorca (La Vanguardia, 10/04/1917)
Recuerdos de Mallorca (La Vanguardia, 12/09/1911)
M.S. Oliver: Los paisajes
Oliver: Tierra de optimismo
* * * * * * * * * * * * * * *
« | Març 2024 | » | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Dl | Dm | Dc | Dj | Dv | Ds | Dg |
1 | 2 | 3 | ||||
4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 |
11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 |
18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 |
25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 |
Re: Azorín: Mallorca
Sonja | 10/04/2012, 06:52
No se, a lo mejor se podría crear un foro relativo a Mallorca (¿Finis Mallorcae?) donde amanuenses y recopiladores filántropos pudieran colgar artículos y libros clasificados por temas.