fabian | 31 Desembre, 2012 11:26
Final de año. Metáfora de recuento, análisis, ordenar archivos e ideas. Para mí consiste en enumerar y enlazar algunos artículos que, por algunos motivos, conviene tener a mano, guardar - hace unos años - en una carpeta, trasladando esta acción a otra forma no tan individual.
Bartomeu Bestard, Cronista Oficial de Palma, a su manera, nos presenta una ciudad con su historia, la cual da luz a la mirada. Celebra conmemoraciones que no siempre dejan alguna huella y sus artículos, bajo la denominación "Crónicas de Antaño", no sólo se hallan en papel, sino que, gracias al Diario de Mallorca, quedan on line, preparados para poder ser consultados en cualquier momento.
Sa diputació, actual sede del Consell
La sede del Consell de Mallorca, que hasta 1979 lo fue de la Diputación Provincial, hunde sus raíces en la Constitución de 1812, de la cual este año conmemoramos el bicentenario. Esta Carta Magna es considerada la primera reforma moderna de la administración pública de España. Precisamente, la Constitución de Cádiz es el germen de las diputaciones, que para el caso de Mallorca, tenía un claro precedente en una de las instituciones del antiguo reino de Mallorca: El Gran i General Consell. Esta institución había sido creada por Sancho I de Mallorca en 1315 y su funcionamiento perduró durante siglos, hasta que fue suprimida –en 1718– tras la Guerra de Sucesión. Fue entonces cuando, al despuntar la aurora de un nuevo siglo que decididamente se despedía del Antiguo Régimen, aparecía la Diputación en la isla. Durante los primeros tiempos, su vida institucional fue intermitente, muchas veces a la deriva, causada por una convulsa actividad política que desgraciadamente marcaría todo el siglo XIX. En principio, la institución no era sino un órgano consultivo al servicio del gobernador civil. En 1840, esta institución, que hasta entonces no había dispuesto de sede propia, se instaló en el exconvento de San Francisco de Palma –el cual había sido desamortizado en la década anterior–. En los cincuenta pasó a Can Serra de Marina –hoy desaparecida– , en la calle Concepción. La Constitución de 1869 significó un fuerte impulso para la Diputación, ya que otorgaba nuevas competencias que reforzaban su poder y autonomía.
Con el fin de acabar con la cansina situación de tener una sede eventual, en 1870 el consistorio palmesano cedió a la Diputación el edificio que hasta hacía pocos años había sido la prisión. Se trataba de un edificio –situado en uno de los laterales del Ayuntamiento– cuya construcción –de mediados del siglo XVIII y realizado por el ingeniero militar Joan Ballester i Zafra– a penas pasaba de los cien años de antigüedad, y que a su vez había substituido el antiguo edificio de la prisión –del que no sabemos nada– que databa, por lo menos, del siglo XIV. En este edificio heredado por la Diputación, sobresalía la funcionalidad por encima de la estética. La composición en planta del edificio era la tradicional: articulación de los diferentes cuerpos arquitectónicos a partir de un patio central. La fachada era sobria, con ventanas colocadas simétricamente y configuradas a partir de un acceso central. El conjunto respiraba un aire cuartelero.
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Bartomeu Bestard, Cronista Oficial de Palma: Sa diputació, actual sede del Consell
Este bicentenario, tal como otras muchas celebraciones, se ha conmemorado con algunas exposiciones y algunas conferencias. En la web del Consell de Mallorca pueden encontrarse algunos anuncios, pero no los textos de las conferencias; así que los artículos de Bartomeu Bestard son como un oasis dentro de un gran desierto informativo (informar no es poner anuncios),
A mí, particularmente, me interesa más la historia y personajes de los siglos más recientes, XIX y XX, que no de la antigüedad y épocas muy pasadas. Sin embargo, está esa época de los siglos oscuros en que Mallorca era parte del imperio bizantino, tan desconocida, que por ello mismo, me atrae.
Palma en la época bizantina (siglos VI - VIII)
[...] Esos [pueblos] bárbaros invadieron y señorearon, una a una, las provincias romanas. Las Balears no se libraron de la brutal embestida. En 425 Mallorca sufrió una razia de la tribu de los vándalos, que asentaron su capital en el norte de África, en la ciudad de Cartago (429). Unos años más tarde, en el 455 el rey vándalo Genserico conquistó definitivamente Balears, pues precisaba de su privilegiada situación geoestratégica. Muy pronto, el puerto de Palma se convirtió en base naval, desde donde los arrianos dirigían sus razias a diferentes puntos costeros de la Península Ibérica.
Mientras tanto el Imperio Romano Oriental sobrevivió al embate de las hordas bárbaras, convirtiéndose de esa manera, en la resistencia de la antigua Roma. A pesar de que los sucesivos emperadores del Imperio Oriental tuvieron puesta la vista hacia oriente, lo cierto es que siguieron considerándose los herederos de la totalidad del antiguo imperio. No en balde, sus habitantes se seguían denominando rhomaioi, y no griegos o bizantinos, gentilicio reservado a los ciudadanos de Constantinopla. Durante las primeras décadas del siglo VI, subió al trono el emperador Justiniano (527-565), cuya infancia estuvo marcada por una educación más latina que griega. Fue este soberano quien, tras firmar la paz con los persas, y por tanto, conseguir la tranquilidad en las fronteras orientales de sus dominios, puso en marcha la Renovatio Imperii; una política destinada a recuperar todos los territorios del antiguo Imperio Romano. Tras ese plan había una doble intencionalidad: aumentar el poder económico y militar del emperador; y por otro lado, no hay que olvidarlo, salir en defensa de la unidad del cristianismo, ahora puesto en tela de juicio por las tendencias arrianas y otras manifestaciones heréticas de las fieras tribus godas.
Justiniano encargó a Belisario las campañas occidentales. Tenía claro el general bizantino que si quería conquistar Hispania, primero debería poseer Cartago, pues como se ha visto, por aquel entonces los vándalos señoreaban aquella parte del Mediterráneo. Para ello, se debían neutralizar todos aquellos enclaves que pudiesen ofrecer socorro a la capital arriana. La ciudad de Palma, bajo soberanía vándala, con su puerto y sus efectivos navales, sin duda, era uno de esos lugares a dominar por los bizantinos.
Ese fue uno de los motivos por los que las Balears y Septem (Ceuta) fueron uno de los primeros enclaves occidentales a batir por Belisario. Envío el general bizantino un cuerpo de su ejército a cuyo mando estuvo Apolinar, hombre de su máxima confianza. Sabemos por la obra Bellum Vandalicum, de Procopio, que Apolinar conquistó las Balears: "Y a las islas que se encuentran cerca de la entrada del Océano, que, por parte de los nativos, reciben el nombre de Eivissa, Mallorca y Menorca, mandó a Apolinario, el cual era originario de Italia, pero que, siendo todavía un jovenzuelo, había llegado a Libia". Sólo una vez conquistadas las Balears y Septem, se decidió el general Belisario a invadir Cartago. Sabía el estratego bizantino que conquistada la ciudad africana, tendría vía libre para cernirse sobre la vieja Hispania.
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Bartomeu Bestard, Cronista Oficial de Palma: Palma en la época bizantina (siglos VI - VIII)
Como cada año, Bartomeu Bestard nos deja al alcance de todos, gracias al Diario de Mallorca on line, un puñado de artículos que nos acercan la historia de esta isla. A mí me va muy bien tenerlos en una lista enlazándolos. Falta alguno, como el de ayer, domingo 30, que no salió en la edición digital. Y si no está en Internet, es más difícil conocerlo.
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