fabian | 13 Febrer, 2007 19:30
Aunque no lo haya escrito en la bitácora he ido un par de veces a Can Salas (catálogo), la biblioteca pública de Palma donde he seguido con el libro de Catalina Cantarellas La arquitectura mallorquina desde la Ilustración a la Restauración. La verdad es que las dos veces que he ido he leído las mismas páginas en las que nos habla sobre la ciudad de Palma en torno al año 1800. Es la época de la Ilustración, de la Sociedad de Amigos del País del Reino de Mallorca y de su Academia de Nobles Artes de Palma y que podemos ver en el Plano de Josef de Font 1800 .
Ventana renacentista en la calle Palau Reial (27), cercana a la Plaza de la Almoina
Época difícil en la que el Ayuntamiento tenía necesidades más urgentes que instalar el alumbrado público, ya que se estaban empedrando las calles que hasta entonces eran de cascajo o de tierra. Necesidades había muchas en esa ciudad amurallada preocupada porque muchas viviendas eran pequeñas y se intentaban ocupar los espacios públicos mediante escalones, columnas que se construían en plema calle sosteniendo saledizos de las casas. Preocupaban mucho al Consistorio los temas higiénicos, las aguas, los vertidos fecales, la alineación de las calles ...
Aún no había la concepción de planificación urbana y sólo se empezaba a vislumbrar la posibilidad de que una ciudad no fueran sólo calles sino que también existieran plazas, paseos y espacios públicos para el esparcimiento de los ciudadanos. Los primeros espacios concebidos como paseos en una Palma en la que no había plazas fueron la Rambla, que entonces era una alameda sólo con árboles y donde se pusieron unos bancos y el Paseo de Jesús, reformado en 1783 cuando se niveló el piso, se sembraron árboles, se pusieron algunos bancos de piedra y se adornó con hidrias colocadas sobre zócalos.
Pero el resto eran sólo calles y ese corte que la antigua riera había producido en la ciudad, corte abandonado ya que ni la Plaza del Mercat ni el Borne no se habían aún empedrado y eran espacios sucios y no cuidados. Tanto que las grandes mansiones le daban la espalda como la última que se ha hecho en Palma que fue en 1750 el Casal Solleric.
En la puerta del Mirador de la Catedral
Pero ocurrió que los problemas se agravaron ya que hubo dos grandes avalanchas de inmigrantes. La primera fue causada por la Revolución Francesa. A partir de 1792 llegan a la isla muchos refugiados franceses y se acentúa en 1798 porque un Real Decreto dispone la expulsión de los franceses de la Península, autorizándoles sólo la residencia en la isla de Mallorca. La avalancha es enorme, en una Palma de 35000 habitantes se cuentan más de 40.000 refugiados que ocupan los cuarteles, que viven agrupados en esas casas humildes de planta baja, en posadas, fondas y tabernas que se incrementan en esa década llegándose a contar en 1806 58 posadas, 20 fondas y 167 tabernas.
Entre 1808 y 1810 llega la segunda gran oleada. Esta vez son españoles que huyen de la invasión francesa.
Fue entonces cuando se autorizan construcciones de nueva planta con varios pisos. Se construyen con una larga y empinada escalera. Pero, ¡ah!, los franceses imponen una novedad: su chimenea, inexistente en Mallorca. Y esta novedad es aceptada y gusta a los mallorquines.
Así, debido a estas oleadas de refugiados quedó constituída la característica vivienda de pisos que se mantendría durante todo el siglo XIX y de la que aún queda alguna en los antiguos barrios de Palma.
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