fabian | 06 Octubre, 2008 17:00
Gaston Vuillier (1847 - 1915) en el otoño de 1888 vino a Mallorca y en el de 1889 fue a Menorca e Ibiza. Del viaje a Ibiza, en el vapor "Rey Jaime II" ya puse en esta bitácora el artículo El viaje Palma - Ibiza de Gaston Vuillier en 1889. Hoy pongo la travesía Barcelona - Palma en 1888, a bordo del vapor Cataluña.
Este autor tiene mejor fama de dibujante que de escritor. Y verdad es que su libro "Viaje a las islas Baleares", que es la primera parte de "Les îles oubliées", tiene varios y hermosos grabados.
Barcelona, a bordo del Cataluña, cinco de la tarde, octubre de 1888. Se sueltan las amarras, el piloto nos pone en movimiento, y el barco va evolucionando suavemente hasta cruzar la desembocadura del puerto.
La mar está ligeramente agitada, sopla viento del sudeste.
Se pone el sol entre nubes de sangre; todavía sus rayos bañan la gran ciudad, tiñen de rojo las cúspides de los edificios, la punta de los mástiles de las embarcaciones fondeadas en las aguas mansas del puerto, iluminan los campanarios octogonales de Santa María del Mar y la gran imagen de Cristóbal Colón, cuya estatua, en lo alto de una inmensa columna, domina la bahía, señalando en su ademán los espacios infinitos del horizonte.
Me iba de Barcelona en plena Exposición Universal y había pasado dos días en aquella ciudad brillante; una multitud llena de vida se apiñaba en las calles llenas de gritos y cantos.
Cae la noche mientras llegamos a alta mar y, apoyado en la borda del barco, sigo con la vista el surco fosforescente, el camino luminoso que se pierde en la distancia y va a desvanecerse en la sombra misteriosa de las costas de España, donde una vaga claridad indica apenas la ciudad de la que hemos partido. Me quedé sobre cubierta una parte de la noche; vi levantarse la luna y estuve admirando largo tiempo sus reflejos de plata en las aguas oscuras, mientras venían a mi memoria los bellos versos del poeta catalán Jacinto Verdaguer:
¡Qué bonita es la mar.
Qué bonita la noche serena!
De tanto mirar al cielo azul,
los ojos le azulean.A ella bajan cada noche
con la luna las estrellas,
y en su pecho, que late de amor,
se mecen las olas.
(Canigó, cap. VI)Un poco antes del amanecer, tras una ligera marejadilla en el golfo, abrí los ojos y vi en la oscuridad, por el ojo de buey de mi camarote, la dentada costa de la gran isla de Mallorca. Balearis Major, como la llamaban los romanos.
Vuillier: "Sa Foradada", grabadoEra de noche todavía; la alta silueta de la isla se recortaba vagamente en el pálido cielo; brillaban las estrellas con suave resplandor, y el barco, en el silencio de la noche, seguía lentamente su rumbo.
En cubierta, adonde he subido enseguida, el marinero de guardia me dice que dentro de sólo tres horas llegaremos a Palma.
Llegamos a la altura de la Dragonera, islote rocoso y escarpado en lo alto del cual se levanta un faro. Entramos en el estrecho canal (el Freu) que separa ese peñasco de la tierra firme; nos rodean altos acantilados.
A veces se recortan en la costa promontorios cortados a pico, de una altura considerable, dejando entre ellos calas de formas caprichosas en el fondo de las cuales pueden distinguirse unas cuantas construcciones, cabañas de pescador perdidas en este desierto de roca.
Es peligroso navegar por este paso, que no puede atravesarse con mal tiempo, pues está sembrado, en su parte central, de arrecifes muy peligrosos.
La costa sudoeste de la isla, que seguimos hasta el cabo Cala Figuera es muy accidentada, árida, llena de hendiduras y precipicios.
Embocamos la bahía de Palma en el momento en que se levanta el sol, que inunda de rayos la capital de Mallorca, sus iglesias, sus edificios, sus monumentos de aspecto árabe, sombreados de palmeras; y brillan al fondo sus casas blancas sobre un fondo de montañas anegadas de vapores, mientras los molinos de viento, alineados a lo largo de la costa, se agitan con toda la velocidad que dan de sí sus largos brazos móviles.
Estamos ya en el puerto, los muelles presentan una animación extraordinaria: han venido a ver el vapor; es una de las grandes distracciones de los habitantes de la ciudad. Unas barcas rodean el barco; se precipitan hacia nosotros ligeras galeras tiradas por mulas o caballos a todo galope; todo este mundo hormiguea a plena luz, bajo el cielo azul, ante el maravilloso marco de la ciudad llena de sol.
Nada más desembarcar, tomo asiento en una galera, que rápidamente me lleva a la fonda.
Gaston Vuillier: Viaje a las islas Baleares (Ed. Olañeta)
En 1887, la empresa "Harinera Mallorquina" adquirió el vapor "Cataluña". Construído en los astilleros de Blyth en Inglaterra, tenía 76,23 metros de eslora, 9,50 de manga y 5,58 de puntal. Máquina de vapor con dos calderas y cuatro hornos, le permitían una velocidad de nueve nudos. Casco de planchas de acero remachadas.
Su primer viaje - leo en el libro "Vapores de las islas Baleares" de Ramon Sampol Isern - fue el 23 de julio de 1887 desde Palma a Porto Colom, donde cargó barricas de vino y las transportó a Cette. La filoxera había diezmado los viñedos franceses y requería grandes cantidades de vino. Así que en 1887 y principios de 1888 el "Cataluña" transportó vino desde Porto Colom a puertos franceses como Cette y Burdeos. En 1888, durante la celebración de la Exposición Internacional de Barcelona, habilitado para transportar pasajeros y a precios más bajos que los de las líneas regulares, realizó dos viajes semanales a esa ciudad. A partir de febrero de 1889, realiza un servicio regular entre Palma, Barcelona y Cette a mando de "es Capità Serena", D. Guillermo Pujol Flexas. Luego es arrendado a la naviera marsellesa "Ciprian Fabre", efectuando viajes por todo el Mediterráneo.
El vapor Cataluña en una pintura de Ramon Sampol Isern
En 1893 lo compra la "Isleña Marítima" para dedicarlo al transporte de pasajeros. En 1899 se le proveen nuevas calderas y en 1902 cambia el alumbrado de lámparas de petróleo por alumbrado eléctrico al ponerle una dinamo a la máquina de vapor.
Durante la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, es dedicado a transporte de carbones y naranjas entre los puertos de Valencia y Cardiff.
Al terminar la guerra, el 17 de noviembre de 1922, en una espesa niebla colisiona con unas rocas en la isla de Sálvora, cuando se dirigía a Villagarcía de Arosa (Galicia) y se hundió rápidamente. La tripulación, socorrida por vecinos de localidades cercanas al lugar del accidente, fue salvada y recogida por el vapor "Cabo Quejo" de La Coruña; también se recuperó gran parte de la carga compuesta de maderas y tejidos.
Fabián | 07/10/2008, 18:16
Es un tema muy interesante todo lo relacionado con el mar. Y Galicia tiene mucha historia sobre ello.
Antonio Blanco | 09/11/2008, 13:13
En Mayo de 1914 y con motivo de la huelga marítima, mi abuelo Indalecio Nuñez Quixano mandó sucesivamente y desde los días 11 al 24, los Vapores "Belver", "Cataluña" e "Isleño", navegando por Baleares y desde Marsella a Alicante. Por estos servicios se le dieron las gracias por Real Orden de 28 de Mayo de 1914. Me gustaría poder comprobar si se trata del mismo. Por otra parte felicitarte por tan estupendo artículo. Antonio Blanco desde Coruña
Antonio Blanco | 09/11/2008, 13:32
Por otra parte existe una foto de el rey Alfonso XIII en el puente del «Cataluña», salió el día 17 de Octubre de 1907 desde Málaga con destino a Barcelona, en la misma aparece acompañado por el capitán del barco don Daniel Llubrius con el quien conversa en el puente del vapor.
La foto la puedes encontrar en google insertando "Alfonso XIII en su viaje a Barcelona, 1907".
Tambien me pregunto si sera el mismop vapor. Un saludo
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Memoria do mar
Juanjo | 07/10/2008, 01:04
¡Qué buenos dibujos!
Me interesó mucho; ahora estoy trabajando en un proyecto muy interesante, la memoria do mar: se trata de la digitalización de albumes familiares fotográficos alrededor a la cultura marítima de Galicia. Las fotos son impresionantes. Ya te avisaré cuando esté lista la página.
Un saludo.