fabian | 21 Abril, 2006 16:03
El nombre de Joan Alcover (1854 - 1926) (biografía en castellano y en catalán) es muy conocido en la isla por haber sido el autor de La Balanguera, que se declaró como himno de la isla. En la Red podemos encontrar algunos de sus poemas en Catalán (Magisteri Teatre, L'Il·lustració poètica), aunque es más difícil encontrar alguno de sus poemas en castellano.
Ya tenía ganas de volver a la biblioteca y dedicar unas pocas horas a la lectura; así que hoy, mañana nublada, al llegar a ella he consultado el catálogo de obras que tenían sobre este autor y he elegido un libro titulado Poesías editado en Palma en 1892 por la Librería de J. Tous. Al traérmelo el bibliotecario, he observado que bajo unas tapas de color rojo encendido se encontraban algo más de 150 amarillentas páginas, de las cuales 134 tienen poesías en Castellano y 30 en Catalán. Un sello indica que este ejemplar, bien cuidado, pertenecía a la Biblioteca de D. Juan Rosselló de Son Forteza de Alaró a quien el autor firma una dedicatoria.
La flor del granado
Un doncel enamorado,
para tributo de amor,
iba a arrancar una flor,
la roja flor del granado.
En su cáliz coronado,
suspiró una voz arcana:
"Coge la rosa galana,
coge el clavel encendido;
mas no la flor que ha nacido
para ser fruto mañana".
Pensemos, al sonreír
el Abril de nuestra vida,
que en flores de Abril anida
el fruto del porvenir.Hojas al viento
Prefiero al hondo mar, la fuentecilla;
al claro cielo, tu pupila azul;
al astro, la luciérnaga que brilla;
al genio audaz, la tímida virtud.
Al soberbio laurel, la fresca rosa;
al águila real, el ruiseñor;
a la inmortalidad, la misteriosa
delicia del amor.
Encuentro en este libro algunos poemas dedicados a zonas de Mallorca o de Palma. Son poemas largos, que ocupan varias páginas. Así hay uno titulado "En la gruta de Artá" y otros dos relacionados con la Seo, la Catedral de Palma. Uno de ellos se titula "El Sepulcro" y habla de la tumba de Jaume II. Me interesa y gusta conocer poemas relacionados con los parajes o monumentos que veo.
La Seo [Catedral de Palma]
Como David, armado
con la fe de su Dios, el pueblo íbero
en amor inflamado
al dogma verdadero,
la frente holló del árabe guerrero.
Aquel ardor, el mismo
ardor que daba al pecho resistencia
y al ánimo heroísmo,
con la divina esencia
del arte fecundó su inteligencia.
Y en moles de granito
esculpiendo sus cánticos triunfales,
al éter infinito
sus torres ideales
alzaron las sublimes catedrales.
Coronas eminentes
de las viejas metrópolis de España
que coronó sus frentes,
hazaña tras hazaña,
al sacudir la servidumbre extraña;
en ellas sueña al atrio
llegar del cielo, el ánima sedienta,
y oir que el genio patrio
la crónica sangrienta
de Covadonga hasta Granada cuenta.
La aragonesa flota
sus velas amainaba, y ya su gente
con la primer derrota
de la morisma ardiente,
ganaba la ribera de Occidente.
Ciñó la ciudad fuerte,
como una sierpe de oro, con sus mallas;
desolación y muerte
llenaron sus murallas,
al sangriento fragor de las batallas.
Llora su triste ocaso
el árabe, al huir de las riberas,
señalando su paso
con nocturnas hogueras,
sobre las apartadas cordilleras.
Brilló su roja lumbre,
a cada nueva liza, más lejana;
bajó la muchedumbre
a la mar africana;
reinó la paz... Mallorca era cristiana.
Tornó a su nido el ave,
reverdeció la hollada mies, al viento;
nube de olor suave
se alzó del campamento,
a la sagrada ceremonia atento.
Y el rey, cual si plantara
de un árbol santo la semilla pura,
del templo que soñara
en hora de amargura,
la primera piedra colocó en la altura.
Seis siglos ha ... Con vuelo
sublime y temerario se levanta,
entre la mar y el cielo,
su mole sacrosanta
a cuyo pie la ola se quebranta.
Del alma, fiel emblema,
que en místicos ensueños embebida,
a la región suprema
se eleva, combatida
por el rumor del golfo de la vida.
A guisa de alto monte,
vaciado por un pueblo de gigantes,
en límpido horizonte,
estribos y arbotantes
dibujan sus hileras arrogantes.
Como haz de pensamientos,
libres del yugo de la carne impura,
entre los cuatro vientos,
elevan su figura
sus torres de ideal arquitectura.
Y lleno de misterio,
página a un tiempo gótica y moruna,
que aquel dorado imperio
de la menguante luna
enlaza con el fin de su fortuna,el campanario ostenta,
como gallarda torre de homenaje,
su mole corpulenta,
su corona de encaje,
su esbelto y agrupado ventanaje.
Miradla ... Misteriosa
como la augusta religión, descuella;
y plácida reposa
al pie de la ciudad bella,
como al amor y patrocinio de ella.
Seis siglos ha que cuando
al triple anuncio de la gran campana
que lento va sonando,
la hostia cotidiana
se eleva, como el sol de la mañana,
y el rosetón calado,
que de matices y de sol rebosa,
del incienso sagrado
la onda vagarosa
enciende y baña de amaranto y rosa;
de su labor descansa
campo y ciudad, todo rumor decrece,
y en la serena y mansa
atmósfera parece
que aquel aroma místico se mece;
deje a merced del agua
flotar su remo el pescador sencillo,
suspéndese en la fragua
el golpe de martillo,
y en la pradera el son del caramillo;
y cuanto se domina
desde lo alto del templo giganteo,
hasta que el son termina
del bronce de la Seo,
es una sola voz que dice: ¡Creo!
Mas no, que indiferente,
alguno sella el labio empedernido,
y en su orgullosa frente
rebota aquel sonido,
sin despertar un eco ni un latido ...
¿En dónde, si vacío
de amor y de esperanza un día llora,
en dónde, si el hastío
su corazón devora,
una luz hallará consoladora?
Viajero, por la puerta
del Mirador, tu paso al templo guía ...
Al horizonte abierta
de la gentil bahía,
el ánimo suspende y extasía;
y ya retumbe el trueno
y arroje el aguacero sus raudales,
ya en su profundo seno
de líquidos cristales,
refleje el mar sus líneas ojivales.
¡Parece una voz tierna
que del misterio del amor nos habla,
una sonrisa eterna
de piedad inefable,
el himno de la vida perdurable!
Allí el afán espira
que en el cieno del mundo arraiga y medra.
Entra, viajero, y mira
la bóveda que arredra,
como anchuroso piélago de piedra;
y los troncos escuetos
que a la techumbre colosal, obscura,
se lanzan como abetos
de gigantesca altura
que hunden en mar de niebla su espesura.
Sobrecogido el pecho
de miedo y estupor, bajo el sagrado,
bajo el sublime techo,
caerás arrodillado,
sintiendo allí la voz que has olvidado.(Al Sr.D. Teodoro Alcover, Deán)
A mí me ha gustado este poema; sobre todo cuando describe la Catedral (... se levanta, / entre la mar y el cielo, / su mole sacrosanta / a cuyo pie la ola se quebranta.; ... alto monte / vaciado por un pueblo de gigantes); también todo lo relacionado con los tañidos de las campanas o los sentimientos al cruzar la puerta del Mirador y el consuelo que proporciona su interior. Sus versos finales (... caerás arrodillado, / sintiendo allí la voz que has olvidado.). ¡Ojalá hubiera poemas para los principales edificios y acontecimientos de Palma. La ciudad vista por la literatura es un tema interesante. Y Palma tiene bastante literatura en varias lenguas.
Joan Alcover tiene un auca en la Red. En esta misma bitácora, Alta mar, podéis encontrar en La Serra, escultura dedicada a este escritor, un fragmento del poema con ese título. En la bitácora de Miró Llull: Anotacions més o manco imprtinents también hay un poema. Y, en estos días, debido a la desaparición de la placa que la Ciudad puso en su casa natal, también se ha hablado de él en los periódicos.
Fabián | 24/04/2006, 18:33
Menorca 360 | 27/01/2007, 18:20
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mirollull | 21/04/2006, 21:18