fabian | 07 Novembre, 2013 16:53
Cumplimos hoy el centenario del nacimiento de Albert Camus Sintes, Premio Nobel de Literatura de 1957. No hace mucho tiempo, tres años ya, celebrábamos, en enero de 2010, el cincuentenario de su muerte. Enlazaba entonces (ver. Dos conmemoraciones: Camus y Pergolesi 04/01/2010) dos artículos periodísticos: uno de Elena Vallés titulado "Las huellas de Albert Camus en las islas medio siglo después de su muerte" (DM, 04/12/2010) y que ya no está on line (debería haberlo copiado) y otro 'Solitario y solidario': 50 años de la muerte de Albert Camus que no habla de la estancia de Camus en Mallorca e Ibiza en 1935.
El texto de hoy comienza con una pregunta:
Les majorquins connaissent-ils cette jolie page d'Albert Camus sur Palma, que je retrouve au hasar de mes lectures?
Lo malo es que no sé quién escribe esta frase. Desconozco a su autor pues el escrito en que está no lleva firma. La encuentro en una también desconocida publicación titulada Paris - Baleares, realizada en Ceret en 1982 y correspondiente a julio - agosto. El archivo se encuentra en un flash, incómodo y que no permite copiar. El artículo se titula "Une page d'Albert Camus". Arte de birlobirloque y, y aquí está: ¡copiado!
Une page d'Albert Camus
Les majorquins connaissent-ils cette jolie page d'Albert Camus sur Palma, que je retrouve au hasar de mes lectures?
Elle est extraite de l'essai intitulé: "Amour de vivre" qui figure dans le recueil: "L'Envers et l'Endroit", dont les textes furent écrits en 1935 et 1936, et publiés en 1937. Camus avait alors vingt - seux ans, et c'était son premier ouvrage.
Dans une préface qu'il écrit vers 1956 pour une réédition de ce livre, Albert Camus juge sans indulgence la forme de ces essais qui lui paraît "maladroite" (on peut en douter! ), mais il ajoute que, pour lui, "la valeur de témoignage de ce petit livre est... considérable", et "qu'il y a plus de véritable amour dans ces pages maladroites que dans toutes celles qui ont suivi".
Non seulement la page que l'on va lire est belle, mais elle correspond donc à une composante fondamentale de la personnalité d'Albert Camus.
La voici:
"...A midi, ...dans le quartier désert de la cathédrale, parmi les vieux palais aux cours fraîches, dans les rues aux odeurs d'ombre, c'est l'idée d'une certaine "lenteur" qui me frappait. Personne dans ces rues. Aux miradors, de vieilles femmes figées. Et marchant le long des maisons, m'arrêtant dans les cours pleines de plantes vertes et de piliers ronds et gris, je me fondais dans cette odeur de silence, je perdais mes limites, n'étais plus que le son de mes pas, ou ce vol d'oiseaux dont j'apercevais l'ombre sur le haut des murs encore ensoleillé. Je passais aussi de longues heures dans le petit cloître gothique de San Francisco. Sa fine et précieuse colonnade luisait de ce beau jaune doré qu'ont les vieux monuments en Espagne. Dans la cour, des lauriers roses, de faux poivriers, un puits de fer forgé d'où pendait une longue cuiller de métal rouillé. Les passants y buvaient. Parfois, je me souviens encore du bruit clair qu'elle faisait en retombant sur la pierre du puits. Pourtant, ce n'était pas la douceur de vivre que ce cloître m'enseignait. Dans les battements secs de ses vols de pigeons, le silence soudain blotti au milieu du jardin, dans le grincement isolé de sa chaîne de puits, je retrouvais une saveur nouvelle et pourtant familière. J'étais lucide et souriant devant ce jeu unique des apparences. Ce cristal où souriait le visage du monde, il me semblait qu'un geste l'eût fêlé. Quelque chose allait se défaire, le vol des pigeons mourir et chacun d'eux tomber lentement sur ses ailes déployées.
Seuls, mon silence et mon immobilité rendaient plausible ce qui ressemblait si fort à une illusion. J'entrais dans le jeu. Sans être dupe, je me prétais aux apparences. Un beau soleil doré chauffait doucement les pierres jaunes du cloître. Une femme puisait de l'eau au puits. Dans une heure, une minute, une seconde, maintenant peut-être, tout pouvait crouler. Et pourtant le miracle se poursuivait. Le monde durait, pudique, ironique et discret (comme certaines formes douces et retenues de l'amitié des femmes). Un équilibre se poursuivait, coloré pourant par toute l'appréhension de sa propre fin.
Là était tout mon amour de vivre: une passion silencieuse pour ce qui allait peut-être m'échapper, une amertume sous une flamme. Chaque jour, je quittais ce cloître comme enlevé à moi-même, inscrit pour un court instant dans la durée du monde".
Personnellement, il y a bientôt trente ans que je ne suis allé à Palma.
Ce petit cloître de San Francisco, tel que l'évoque Albert Camus, a-t-il toujours même apparence? Y trouve-t-on toujours ces "vols de pigeons", ce "puis de fer forgé d'où pendait uny longue cuiller de métal rouillé", ce "silence", cette "douceur de vivre"?
Je serais heureux qu'un habitant de Palma (ou de Mallorca) nous dise ce qu'il en est, et nous communique aussi son sentiment sur cette page d'Albert Camus.
Parvenu à l'âge où l'on recense volontiers ses souvenirs, ce sont les réponses à de telles questions qui aident à faire surgir, des zones d'ombre de son passé, un peu de lumière et de vie.
El "Paris - Baleares" de julio - agosto de 1982 con "Une page d'Albert Camus"
¿Que ya no sabemos Francés pues ya no se estudia en la escuela? Tendré que remover estudios de hace más de cincuenta años cuando esta lengua aún se estudiaba en el Bachillerato. Sin asegurar la fidelidad al texto original, realizo aquí una insegura traducción:
¿Los mallorquines conocen esta hermosa página de Albert Camus sobre Palma, que yo he encontrado al azar de mis lecturas?
Está extraída del ensayo titulado "El amor de la vida ", que aparece en el libro: "L' Envers et l'Endroit", cuyos textos fueron escritos en 1935 y 1936 y publicados en 1937. Camus tenía entonces veintiseis años, y fue su primer libro.
En el prólogo que escribió para una reedición de 1956 de este libro, Albert Camus juzga sin indulgencia la forma de estos ensayos que le parecen "retorcidos" (esto es dudoso!), pero añade que, para él, "el valor de testimonio de este pequeño libro es considerable" y "que hay más de verdadero amor en estas páginas retorcidas que en todas las que han seguido".
No sólo la página que van a leer es hermosa, mas ella corresponde pues a un componente fundamental de la personalidad de Albert Camus.
Aquí está:
" ... Al mediodía ... en el barrio desértico de la catedral, entre los viejos palacios de patios frescos, en las calles con olores de sombra, es la idea de una cierta "lentitud" la que me atrapa (golpea). Nadie en las calles. En los miradores, viejas mujeres fisgonas. Y a lo largo de las casas, me paraban los patios llenos de plantas verdes y pilares redondos y grises, yo me fundía en este olor del silencio, perdía mis límites, no era más que el sonido de mis pasos, o el vuelo de pájaros de los que percibía la sombra sobre los altos muros todavía soleados. Pasaba también largas horas en el pequeño claustro gótico de San Francisco. Su fina y preciosa columnata lucía tan dorada como los antiguos monumentos de España. En el patio, adelfas, falsos pimenteros, un pozo de hierro forjado del que colgaba una larga cuchara de metal oxidado. Los transeúntes bebían A veces todavía recuerdo el ruido claro que hacía al caer sobre la piedra del pozo. Sin embargo, no era la dulzura de la vida lo que este claustro me mostraba. En las batidas secas de los vuelos de las palomas, el silencio a menudo acurrucado en medio del jardín, en el chirriar de la cadena del pozo, yo encontraba un sabor nuevo y familiar. Estaba lúcido y sonriente ante este singular juego de apariencias. Este cristal donde sonreía la mirada del mundo, me parecía que un gesto lo habría roto. Algo iba a romperse, el vuelo de las palomas morir y cada una de ellas caer lentamente con sus alas desplegadas .
Solos, mi silencio y mi quietud hacían posible lo que parecía tan fuerte como una ilusión. Entraba en el juego. Sin ser engañado, me prestaba a las apariencias. Un bello sol dorado calentaba suavemente las amarillas piedras del claustro. Una mujer subía agua del pozo. En una hora, un minuto, un segundo, tal vez ahora, todo podía desmoronarse. Sin embargo, el milagro continuaba. El mundo se prolongó, púdico, irónico y discreto (como algunas formas suaves y conservadas de la amistad entre mujeres). Un equilibrio continuaba, coloreado por toda la aprehensión de su propio fin.
Aquí estaba todo mi amor por la vida: una pasión silenciosa por lo que hubiera podido tal vez ser mi escapada, una amargura bajo una llama. Cada día dejaba este claustro como olvidado de mí mismo, inserto por un corto tiempo en la vida del mundo."
.
Personalmente, hace casi treinta años no he estado en Palma.
Este pequeño claustro de San Francisco, tal como lo evoca Albert Camus, ¿ha tenido siempre la misma apariencia? ¿Allí siempre se encuentran esos "vuelos de palomas", ese "pozo de hierro forjado del que pende una cuchara larga de metal oxidado", ese "silencio", ese "dulzor de vivir"?
Yo sería feliz de que un habitante de Palma (o de Mallorca) nos diga lo que hay, y nos comunique sus sentimientos sobre esta página de Albert Camus.
Llegado a la edad en que los recuerdos se pierden fácilmente, son las respuestas a tales preguntas las que ayudan a hacer surgir, desde las zonas oscuras del pasado, un poco de luz y de vida.
¡Qué lástima que hoy no esté al alcance el artículo de Elena Vallés sobre Camus en estas islas! y qué lástima que yo no haya estudiado más Francés para poder traducir mínimamente bien este texto que hoy he encontrado y del que desconozco el nombre del autor.
Hoy, dentro de pocas horas, Carme Riera leerá en la Real Academia de la Lengua su discurso. ¿Nos lo ofrecerá alguna TV o radio pública, tal como ofrecen innumerables partidos de fútbol? ¿Tendremos su discurso en los próximos días colgado en alguna web o publicado en algún periódico, tal como correspondería a la llamda "sociedad de la información"? Hablará Carme Riera de viajeros en Mallorca. Laura Jurado en Riera entra en la RAE con un repaso a la imagen literaria de Mallorca (elmundo.es, 07/11/2013) nos dice que hablará de varios escritores y la "visión paradisíaca" de la isla. No sé si entre los escritores entrará Camus en ese tranquilo y apacible claustro de San Francisco.
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