fabian | 15 Febrer, 2010 18:34
Tiempos mojados, húmedos. Caminamos Margarita y yo bajo paraguas sin sombra en la luz oscura de la tarde pluviosa. Paramos, sin haber sido destino proyectado, en una exposición de cuadros expresionistas alemanes (1900 - 1930). Desnudos femeninos de pechos angulosos. Recorremos rápidos - no tenemos prisa - las galerías que sólo muestran cuerpos sin nombres y salimos otra vez a la lluvia de un día que ni es triste ni alegre.
Le pregunto a Margarita: "¿Te ha gustado?" Yo llevaba ya algunos pasos cavilando el porqué no había sentido nada ante esos cuadros. Margarita dilata su respuesta y voy recordando algunos cuadros en busca de alguna clave. Una frase retorna de la lectura explicativa de la exposición: uso del "desnudo como motivo del retorno a los orígenes" y en la imagen aparecen las líneas de los desnudos entre paisajes sin forma o, también, sin entorno. Desnudos anodinos entre paisajes más anodinos aún.
¿Será que ni estas gotitas que chispean llegan a ser lluvia pese a que mojan las calles? Pinturas que sólo tienen presencia, sin fuerza. Margarita me contesta: "No me ha parecido nada" y su parecer concuerda con el mío. Quizá un vacío, una nada también vacía, una nada nada, sin emoción.
Llegamos a casa. Conviene encender luces y fuego y, a su calor, conversar con los silencios-
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