fabian | 10 Agost, 2005 19:00
Hemos subido esta tarde a Bellver en busca de la escultura de Jovellanos. Yo recuerdo haberla visto aunque ya hace muchos años; allá cuando al comienzo de la década de los 60 atravesaba el bosque desde Génova hasta el Terreno o Son Armadams. Luego construyeron una carretera amplia y, desde ella, la escultura ha quedado a trasmano, oculta en el bosque. No sé porqué creía que estaría cerca de una capilla dedicada a Alonso Rodríguez, así que hemos bajado hasta ella, puesto que se encuentra a media subida; pero en su derredor no está la escultura. Quizás en tarde próxima, en lugar de seguir la carretera, subamos desde Son Armadams por los antiguos senderos, en su búsqueda.
El día estaba nublado y en el castillo había bastante gente. Todos mirando en la bahía el puerto y la panorámica, algo velada, de la ciudad. Las cámaras, todas, apuntando con sus zooms los mismos objetivos. Foto repetida cientos o miles de veces cada día. Foto de postal enmarcada entre pinos, en la que cambian los barcos que en en esos momentos se encuentren en el puerto.
Aquí, entre los muros del castillo, estuvo durante varios años, alrededor del 1800, un ciudadano ilustre. Pero no estuvo como turista, sino encarcelado. Fue Gaspar Melchor de Jovellanos (1744 - 1811), preso político de aquel tiempo.
Hoy día en Internet ya podemos encontrar algunos de sus escritos. Así, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes podemos hallar, entre otros, su "Informe sobre la Ley Agraria", la "Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España" y varias de sus obras literarias como "El delincuente honrado" (teatro), "La muerte de Munuza" o sus poesías.
De entre estas últimas, elijo un soneto:
Soneto primero
A Clori
Sentir de una pasión viva y ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?Fuente: Cervantes Virtual
Confío en llegar a encontrar la escultura a Jovellanos.
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JM | 10/08/2005, 20:49