fabian | 05 Agost, 2010 16:37
Hace años, cuando encontraba algún artículo periodístico que me parecía interesante, lo recortaba y guardaba en una carpeta. Al cabo de cierto tiempo la carpeta ya presentaba cierto grosor, pero los artículos, aunque guardados, estaban desordenados sin ningún orden. Nunca llegué a confeccionar un índice ni a catalogarlos de algún modo.
Hoy hay sistemas diferentes para guardar artículos interesantes. No importa recortarlos ni guardarlos en ninguna carpeta. Lo que sí hay que guardar es su URL, para poderlos enlazar y, también, establecer algún sistema de organización para poderlos recuperar cuando interese. Si el lugar donde guardo los artículos es en una bitácora, el buscador Google es una herramienta que ayuda a su recuperación.
En el Diario de Mallorca del domingo pasado (01/08/2010) leí dos artículos que voy a guardar ahora en esta bitácora..
El primero, firmado por Guillermo Soler aparece en las páginas del suplemento La Almudaina y su título es "La modernización de Ciutat", título ambiguo que queda aclarado en el subtítulo: "Gracias al Plan de Reforma del Interior de Palma, firmado por el arquitecto Gabriel Alomar, se crearon en la década de los 50 vías como Jaume III y el paseo Mallorca".
El articulista va narrando con detalle el desarrollo del llamado Plan Alomar, desde el momento en que, en marzo de 1940, el arquitecto y concejal de la ciudad, Francisco Casas, convoca un concurso de proyectos para un Plan de Reforma del interior de Palma, los proyectos presentados, las dificultades de financiación, pasando por temas complejos como las expropiaciones que fueron necesarias o la falta de materiales para la construcción. El Plan Alomar, muy ambicioso pues abrió la avenida de Jaime III, creó la zona del Paseo Mallorca y sus aledaños, Bonaire. También incluía la creación del Mercado del Olivar y la finalización de la Plaza Mayor con su comunicación con la Rambla, así como el saneamiento de dos barrios de Palma: el Puig de Sant Pere y La Calatrava. A poco que se piense, fue una obra mastodóntica, de gran envergadura para la ciudad. Creo que el artículo, a dos páginas, de Guillermo Soler, cuenta la historia de dos décadas del centro de Palma, ya que, también en ese tiempo, hay una historia aún no contada suficientemente sobre el desarrollo de Palma en sus barrios periféricos. La gran historia del Ensanche de Palma aún no está contada.
Momento álgido de las obras en la futura avenida Jaume III en 1952La ejecución de la vía Jaime III conllevó a la par que a la reordenación de la calle Bonaire, de la que desaparecieron fábricas y afectó al convento de La Concepción, y la creación de la del Baró Santa María del Sepulcre, al nacimiento de otras nuevas vías más reducidas, todas trasversales, a medida que se urbanizara la zona y aparecieran los bloques de viviendas proyectados. Logradas las expropiaciones necesarias, algunas de las cuales afectaron a buenas y estratégicas porciones de terreno de las casas de los Villalonga y los Truyols. Esto supuso la remodelación de las propiedades afectadas, con nuevas fachadas y reestructuración interior, y por ende, la pérdida de varios cientos de metros cuadrados, así como la desaparición de jardines y espacios libres.
Alomar planea una vía con pórticos en ambas aceras, al menos en buena parte de Jaume III, sirviendo a la vez los pilares de los arcos como sostenedores de las fachadas de los edificios. Para el diseño de las fachadas de los edificios a levantar a ambas bandas de la nueva vía, el arquitecto mallorquín se inspira en el estilo neobarroco de los palacios romanos.
Guillermo Soler: La modernización de Ciutat (Suplemento La Almudaina en DM, 01/08/2010)
El segundo artículo, en mi parecer importante, cuenta la historia de la inauguración del tren. Lo cuenta Bartomeu Bestard en su serie "Crónica de antaño" y el título es La llegada del tren a Palma.
Extramuros de la puerta pintada —las murallas en esa época seguían en pie— se situó la estación del tren, la cual se cercó con una verja. En un primer momento, la noticia que se iba a construir un ferrocarril en Mallorca provocó incredulidad e indiferencia. A medida que fueron avanzando las obras, se fueron incrementando las visitas de curiosos, y poco a poco se empezó a reconocer que la cosa iba en serio. Entre esos paseantes que salían de las murallas para seguir las obras del tren se podía escuchar todo tipo de opiniones: desde los "malsofrits" de turno, desconfiados ante cualquier síntoma de innovación —tan numerosos en Mallorca y que Miguel de los Santos Oliver denominó "siniestras cornejas"— que auguraban un fracaso rotundo al nuevo medio de transporte: "¿y cómo podrá sostenerse aquí un ferrocarril? ¡Ca! ¡Qué disparate!"; hasta las mentes más imaginativas que auguraban una nueva Mallorca. Seguramente, el episodio más llamativo acaecido durante la construcción del ferrocarril fue la llegada del "monstruo de hierro", es decir, la locomotora de vapor, a la cual se le puso por nombre "Mallorca", y que fue montada en la estación bajo la atenta mirada de chiquillos y curiosos.
Imagen de época de la línea Palma-ManacorEl 24 de febrero de 1875 se inauguró el tren. El periodista Miguel de los Santos Oliver fue testigo ocular del acto: "Desde mi alto mirador, vi llegar los invitados a la ceremonia oficial: El clero con su cruz y los ciriales, El Ayuntamiento y la Diputación…". El pueblo, se agolpó en las murallas; en las troneras, en los baluartes sobre las eminencias de los alrededores de la estación, subidos a las paredes, agarrados a las aspas de los molinos repartidos en los flancos de las vías del tren. Los invitados, sin disimular su recelo y susto ante el nuevo y velocísimo artilugio —los técnicos aseguraban que el tren podría llegar a alcanzar los 60 kilómetros por hora, cosa que parecía imposible—, subieron a los vagones y una vez a bordo, prosigue Oliver: "La locomotora silba gloriosamente, empenachada de humo y emprende vertiginosa carrera por la línea, limpia, perfilada, diminuta, entre vítores y los aplausos de la multitud que cerca la estación, que corona las viejas y nobles murallas imperiales…". La llegada a Inca fue recibida también por otra gran multitud. Después de cantar un Tedeum, se sirvió en la estación una comida para las fuerzas vivas del país a las que se unieron algunos poetas para celebrar varios brindis. Antonio Frates, autor de "Escenas Baleares", dejó escritas unas estrofas, bajo el título de "La locomotora", para la ocasión: "Este ser que ha cruzado la llanura/ y deja rastro de humeante aliento/ […] /Ese mugido que los aires lanza,/ en cada pueblo y jamás varía…". Durante el resto del día se sucedieron varios convoyes para que la gente pudiese probar el tren: "El público, hasta bien entrada la noche no se alejó de las estaciones y saludando al último convoy que regresaba de Inca a luz de bengalas y al són de músicas estrepitosas. Desde aquel día, a la llegada y salida de los trenes no deja de asistir numerosa concurrencia de curiosos, dándose cita, por las tardes, en la estación de Palma, la sociedad elegante, para la cual son propicias todas las ocasiones de reunirse".
Bartomeu Bestard: La llegada del tren a Palma (DM, 01/08/2010)
Claro que no todo fueron entusiasmos pues, como sigue contando el artículo, el tren suscitó temores, especialmente entre los agricultores con tierras cercanas a las vías pues temían que alguna chispa pudiera encendiar las cosechas. En fin, un buen artículo que conviene guardar.
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