fabian | 29 Desembre, 2005 17:53
Si tuviera que escribir en un papel y guardarlo en un cajón, no lo haría. No tengo aspiraciones a ser escritor.
Pero, por el contrario, escribir unas líneas y publicarlas en una bitácora es, hoy por hoy, un divertimento. Algo más que un pasatiempo ya que me obliga a buscar, a imaginar y a componer. No creo que me importe mucho el resultado: rehuyo leer mis propios escritos, pero sí me importan los procesos, las tácticas y estrategias que me impone esta labor.
Buscar, por ejemplo. Para buscar hay que sabér qué se busca. Es una acción que requiere un objeto claro. No basta decir "buscar información" si no va acompañado del qué se busca. Y ésta es una de mis dificultades. ¿Qué buscaré hoy? La búsqueda requiere un saber anterior. No se puede no saber qué se busca. Requiere tener definido previamente el objeto de la búsqueda. Y este saber ya es muy importante, quizás el mayor de todos los saberes por ser el inicial, el que ponga en marcha toda la maquinaria.
Figuras del belén de Santa Magdalena (Palma)
Las páginas (ver)que hoy he consultado sobre "saber buscar" se saltan este primer paso consistente en saber qué buscar. Y, por mi experiencia sobre mí y sobre los alumnos, sé que es el paso más difícil y más importante de toda búsqueda. No saber qué buscar es un acto de desconocimiento, el cual nos aprisiona a todos. Disponer por tanto de todos los buscadores del mundo y de la más amplia biblioteca no sirve para nada cuando, y éste es mi caso, no se sabe qué buscar.
Cuando considero los estrechos límites en que están encerradas las facultades intelectuales del hombre; cuando veo que la meta de nuestros esfuerzos estriba en satisfacer nuestras necesidades, que éstas sólo tienden a prolongar una existencia efímera y que toda la tranquilidad sobre ciertos puntos de nuestras investigaciones no es otra cosa que una resignación meditabunda, ya que nos entretenemos en bosquejar deslumbradoras perspectivas y figuras abigarradas en los muros que nos aprisionan... Todo esto, Guillermo, me hace enmudecer. Me reconcentro en mí mismo y hallo un mundo dentro de mí; pero un mundo más poblado de presentimientos y de deseos sin formular, que de realidades y de fuerzas vivas. Y entonces mis sentidos se nublan y sigo por el mundo con mi sonrisa de ensueño.
Así que, sin saber qué buscar, escribo en el buscador "Goethe poemas" y, tras un tiempo de navegación por varias páginas encuentro este fragmento de Las desventuras del joven Werther. Esos "presentimientos y deseos sin formular" o esa "existencia efímera" o las "figuras abigarradas en los muros que nos aprisionan" es parecido a lo que siento cuando un día y otro, una hora y otra, me agarro al juego del "Solitario" del ordenador dejando pasar, tristemente, las horas.
¿Por qué he escrito en el buscador "Goethe poemas"? En el bachillerato estudié (sólo es una forma de hablar) literatura francesa, pero desconozco - aunque leí ya hace muchos años la obra citada de Goethe - muchísima literatura de todo el mundo. Goethe es un autor que ya traté en esta bitácora con motivo de un árbol llamado ginkgo biloba en un artículo titulado La multiapariencia de las personas y es uno de los muchos autores que me interesan.
La copa del Rey de Thule
Hubo en Thule un rey amante,
Que a su amada fue constante
Hasta el día en que murió;
Ella, en el último instante,
Su copa de oro le dio.El buen rey, desde aquel día,
Sólo en la copa bebía,
Fiel al recuerdo tenaz,
Y al beber humedecía
Una lágrima su faz.Llegó el momento postrero
Y el hijo su reino entero
Cedióle, como era ley:
Sólo negó al heredero
La copa el constante rey.En la torre que el mar besa.
Por orden del rey expresa
(Tan próximo ve su fin),
La corte, en la regia mesa,
Gozó el último festín.En postrer soplo el anciano
Moribundo soberano
Apuró sin vacilar,
Y con enérgica mano
arrojó la copa al mar.Con mirada de agonía,
la copa que al mar caía,
Fijo y ávido siguió,
Vio como el mar la sorbía,
y los párpados cerró.
Estoy celebrando el aniversario de esta bitácora y me pregunto el porqué la mantengo. Y no es porque escriba ni me guste escribir, sino porque me interesa buscar, conocer. Y, aunque muchos días no sé qué buscar, mi autoexigencia de escribir unas líneas, me conduce a buscar y a pararme en recoger pensamientos y otras flores que encuentro por el camino.
Fabián | 30/12/2005, 17:06
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Autoexigencia
juan carlos | 29/12/2005, 23:16