fabian | 10 Gener, 2007 18:39
Ella se llamaba Lucila Godoy Alcayaga y había nacido en Chile en 1889. Él se llamaba Neftalí Reyes Basoalto, quien también había nacido en Chile en 1904. Sus biografías tienen algunos elementos comunes, como que los dos fueron chilenos, que ejercieron como diplomáticos, que son reconocidos por otros nombres, que fueron poetas y que recibieron el Premio Nóbel de Literatura: ella en 1945 y él en 1971. Se conocieron en 1920 en Temuco donde ella trabajaba como maestra y él estudiaba francés, pero no tengo noticia alguna de que volvieran a verse.
No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma.
Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres.
Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón.
En este año del 2007 apenas he visto que haya conmemoraciones. Sobre científicos vi que estaba el matemático Euler, pero no me he enterado de ninguna otra conmemoración, lo que me resulta extraño.
Hoy, a través de las noticias del Cervantes Virtual me entero que se conmemora el cincuentenario de la muerte, en 1957, de la poetisa chilena Gabriela Mistral, Premio Nóbel de Literatura en 1945.
Tiene una reflexión sobre los árboles que me ha llamado la atención. El juego consiste en recoger alguna característica de los árboles y, sobre ella, expresar un ruego o deseo positivo aplicado a uno mismo. Así, si elegimos los dones que produce un árbol (frutos, madera, sombra, aire purificado, resinas, etc.), el deseo puede convertirse en que nuestras obras también sean fructíferas y positivas. Si da al viandante "una amplia sombra refrescante", el deseo podría ser que nuestra influencia sea suave y cálida. No voy a copiar todo el poema pues es algo largo, pero sí alguna estrofa que me ha gustado especialmente:
Árbol hermano, que clavado
por garfios pardos en el suelo,
la clara frente has elevado
en una intensa sed de cielo:hazme piadoso hacia la escoria
de cuyos limos me mantengo,
sin que se duerma la memoria
del país azul de donde vengoÁrbol donde es tan sosegada
la pulsación del existir,
y ves mis fuerzas la agitada
fiebre del siglo consumir:hazme sereno, hazme sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles helenos
su soplo de divinidad.Gabriela Mistral: Himno al árbol
La poesía de Gabriela Mistral está llena de fuerza hacia la voluntad de la persona por hacerse mejor, que no significa exactamente "mejorar económicamente", sino como persona. Sus palabras son de creyente en los misterios del mundo y de la naturaleza y de ahí que en su Decálogo del artista, además de encontrarse las tres frases que antes he transcrito, también se encuentre la siguiente:
Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo.
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