fabian | 31 Maig, 2006 17:51
Características de las gramíneas es que se encuentran en todos los ambientes, en cualquier medio. Su extensión es universal y de ella se conocen más de diez mil especies; la mayoría son silvestres y unas pocas cultivadas.
Estos días, yendo por cualquier carretera de la isla se pueden ver con su colorido blanco amarillento casi brillante resaltando sobre el resto de colores.
Pensando en la historia de hoy he elegido esta imagen de unas gramíneas en la cuneta de una carretera. La historia es sencilla y puede parecer petulante. Los protagonistas más visibles son dos chicos de 14 años: Fran y Vicente. De Fran diré poco. Cada día viene en su moto al instituto. Chico corpulento y grueso enormemente simpático y campechano. No quiere estudiar ni le interesan los libros. Su padre tiene un puesto que instala en los mercados y con el que gana más que suficiente dinero como para cumplir con todos los caprichos de toda su amplia familia. Fran, que tiene de todo y mucho, además de simpático y líder, es bastante gamberro y no le interesa el estudio; sólo pasarlo bien y acabar pronto. Cree que sabe todo lo necesario para montar, regir y desmontar el puesto de telas de su padre con el que confía ganarse la vida. Fran no quiere ni puede estar en una clase normal: habla cuando quiere y mucho y le encanta meterse con los profesores y hacerles bromas.
Vicente es muy diferente: menudo e inquieto. No puede estar sentado. Vicente mira a los ojos y su mirada es hermosísima. Ojos negros enormes de dibujos animados que, cuando está contento, no muestran alegría sino una gran esperanza. Pero, en todo momento, incluso cuando parecen contentos, sus ojos no esconden una profunda y desconocida herida, una tristeza constante que muerde su figura casi inofensiva, que parece sólo aspirar a la supervivencia. Vicente va los sábados a ver a su madre que vive en un pueblo; allí pasa el fin de semana. Un sábado le saludé. Iba con otros dos chicos mayores que se dedicaban a aporrear el mobiliario urbano. Vicente no aporreaba, iba un paso detrás, pero iba con ellos.
Yo sabía algo. Dos avisos simples me lo indicaron. Me crucé con Fran, el gran y orondo patriarca, y tras hablar un minuto de su nuevo casco, no me preguntó sino que me dijo con una sonrisa pícara que me jubilaba este año; "¿verdad?", añadió con una gran sonrisa. Otro día, hace pocas semanas, había problemas entre bandas. Subían hasta el instituto los miembros de una banda de otro instituto y un viernes hubo pelea en la calle. El viernes siguiente parecía que la pelea iba a continuar. Habíamos avisado a la policía. Vicente estaba inquieto y temeroso ante la pelea. Con su cara triste me dijo "Fabián, mirar, ahora que te vas a jubilar y estamos con estas peleas". Vicente aspira a sobrevivir en jaleos en los que se ve envuelto - aunque siempre con un paso atrás -. A Vicente su herida no le permite estudiar. Sueña con un hogar - vive en un piso de acogida -. Desearía tener un padre. El intento actual es lograr ordenar los hábitos y que esas heridas interiores cicatricen un poco.
Hoy, a segunda hora, llaman a la puerta de la clase en que estaba. Fran y Vicente habían llamado y, al abrir, me sonríen y me entregan una bonita cartulina con una foto en la que a grandes letras se leía "Al mejor profesor del mundo". Un intercambio rápido de palabras y un apretón de manos. Las palabras han sido mías: Fran y Vicente sonreían orgullosos. La mirada cristalina de Vicente, siempre transparente, mantenía en su fondo su perenne tristeza. La mirada de Fran, siempre opulenta y con la seguridad de un líder convencido, mostraba su satisfacción.
Las gramíneas crecen en todos los terrenos, como estos chicos. Vicente y Fran miran a los ojos. Otros muchos ya no. La rabia y la impotencia les han vencido. Son chicos que no quieren estudiar (muchos no pueden). Están en los cursos iniciales de los institutos, pocos llegan a Tercero de ESO. La mayoría arratra alguna herida invisible. Los maestros los tenemos en las clases varios años. Para muchas heridas no hay pomadas curativas. Crecen silvestres en hogares de acogida tras haber pasado un largo y difícil periplo de sentimientos heridos. No les interesa estudiar; van perdidos, desorientados en un mundo que les es cruel. Para sobrevivir han de ser muy duros. Entre ellos se reconocen al instante y se juntan. A los maestros nos cuesta mucho tiempo y esfuerzo llegar a entrever algo de sus vidas. No son del mundo feliz.
matias | 12/04/2007, 15:25
hola como estas
« | Març 2024 | » | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Dl | Dm | Dc | Dj | Dv | Ds | Dg |
1 | 2 | 3 | ||||
4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 |
11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 |
18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 |
25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 |
Re: Gramíneas silvestres
Álvaro | 06/06/2006, 11:45