fabian | 28 Juliol, 2011 16:11
Juan Cortada yo creo que se tiraba de los pelos. No lo expresa abiertamente en su libro de Viaje a Mallorca en el estío de 1845, pero lo deja traslucir. "No s'hi posi nirviós", le decían - lo repite alguna vez en el libro -y él comenta: no, si no es cuestión de nervios, es que habíamos quedado a las cuatro y son las seis. "Bé, però no s'hi posi nirviós" y en la página algunos, quienes vivimos esa época de los colmados, sentimos un estruendoso silencio: la isla de la calma - decía otro catalán - acostumbrado a la actividad frenética de Barcelona que a los mallorquines nos sorprende nada más tocar tierra cuando vamos o íbamos en barco.
Alguien me comentó que el Rey Jaime había hecho bien al separar los territorios. Sí, Mallorca era también como una hija, pero diferente, como de otra madre.
El tranvía de Cas Català paraba en Ses Rafaletes de Portopí. Quizás fuera a finales de los años cincuenta. "Me he olvidado las patatas", decía una mujer. Y el tranviario decía: "Bueno, dése prisa y vaya a buscarlas". No eran cinco minutos, ni diez. Bajábamos del travía, íbamos hasta un estanco cercano; unos compraban tabaco, otros caramelos ... "Ya está aquí", sonaba la voz de alarma, indicativa de que subiéramos de nuevo al tranvía. "Ay, gracias, gracias", decía la señora con su paquete de patatas en la cesta, Y el tranvía, lentamente, reanudaba su rumbo hacia las lejanas tierras de San Agustín. Paz entre los pasajeros; todos entendíamos que era preferible esperar veinte minutos que no la pobre señora tuviera que estar casi una hora, o más, para poder coger el tranvía siguiente. "No s'hi posi nirviós" le repetían al catalán Juan Cortada, "no més és una estona". Sí, sí, pensaba él, habíamos quedado a las cuatro y te presentas a las seis.
El colmado se llamaba La Caracola, en un pequeño puerto de la isla. La mujer, mayor, algo regordeta y cojitranca, resopabla al subir el primer peldaño de una pequeña escalera tipo taburete. Sobre el suelo había de todo: comestibles, utensilios de cocina, ollas, sartenes ... De las paredes colgaban cestas. Un colmado que sólo abría en época estival; allí encontrabas de todo, incluídas las velas tan necesarias cuando la luz eléctrica fallaba, lo cual ocurría con frecuencia. ¿Encontrabas?; no, la señora encontraba; eso sí, lentamente. El pedido había que hacerlo producto a producto "I ara qué més vol?", y la señora, cojeando, volvía a recorrer todo un largo pasillo para llevar hasta el mostrador el producto pedido, pasando por entre una multitud de clientes esperando. Era el único colmado del puerto. Para cada producto anotaba en un papel de estraza , chupando el lápiz, su precio. Al final hacía la cuenta sumando con los dedos, repitiéndola para comprobarla. No había prisa; esperabas y esperabas. Calamitosos tiempos de colmado único.
Es verdad que la fuerza eléctrica era baja. También es cierto que la cuesta es empinada en la carretera que sube desde Can Barbarà hacia la Bonanova y Génova; cuesta empinada y dos curvas pronunciadas. Así que el tranviario paraba, bajaba del tranvía y gritaba "Pasajeros fuera, salvo ancianas y mujeres encinta". Entonces bajaba el trole y no necesitaba decir qué había que hacer: empujar el tranvía vacío - salvo si iba alguna anciana o alguna mujer embarazada - hasta haber pasado las dos curvas. Entonces el tranviario subía, ponía el freno de mano, indicaba a los viajeros que podíamos subir, volvía a bajar y enganchaba el trole. Mallorca, isla de la calma, dijo Rusiñol. "No s'hi posi nirviós", le decían a Juan Cortada. Era época de solidaridad, de camino lento; las cosas eran como eran, sin prisas, sin nervios, sin esperar milagros.
Realmente la Mallorca actual ya no es como hace unas décadas, pero aún la laboriosa Barcelona sigue sorprendiéndonos. El cambio tampoco ha sido en todos los ámbitos, aún queda alguno tipo "No s'hi posi nirviós". Y si tengo que nombrar alguno, sin dudarlo ni un instante, diré que en el ámbito de la cultura, aún va "a trotecito lento".
A | 21/07/2012, 11:37
Gràcies sinceres per compartir aquests relats que em transporten a una Palma (i Mallorca) ara tan difícil de reconèixer però de la qual encara en queda l'ombra d'encís.
Si en els meus 25 anys de vida l'he vist i sentit canviar tant...
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Re: Los lentos tiempos de los colmados
lorenzo | 29/07/2011, 05:58
Evocador relato costumbrista que nos trae hoy amigo Fábian de aquella Palma de antaño.
Con estos relatos los mas jovenes pueden entender aquel lema que se creo a principios del siglo XX sobre la isla y su famosa calma. Ahora inconcebible.
A veces creo que la demolición de las murallas, fue para Palma, una bendición, y al mismo tiempo su desgracia...
Saludos