fabian | 26 Novembre, 2014 18:38
Durante un tiempo traté en esta bitácora el tema de las embarcaciones relacionadas con las islas (ver: Náutica). Recogí los artículos de Manolo Rives, relatos de viajeros sobre los vapores que utilizaron como Travesía en el Mallorquín de Juan Cortada en 1845. "El primer vapor en Mallorca fue el "Mallorquín", construído en 1837 y que fue correo entre Palma y Barcelona; el 7 de noviembre de 1838 embarcaban en él Frederick Chopin y George Sand. Tras este primer vapor, se compraron otros: el "Barcelonés", en 1847; el "Rey Don Jaime I", en 1856; y en 1858, el "Rey Don Jaime II".". Fue en este vapor en el que viajó Gaston Vuillier en 1889 (El viaje Palma - Ibiza de Gaston Vuillier en 1889), aunque antes en 1888 viajó en el Cataluña.
Nombres de veleros, vapores, buques como la Corbeta Palma; los buques correo "Jaime I", "JaimeII"; el vapor "Lulio" o el "Miramar", los cuatro vapores "Mallorca", el "Isleño", el último velero mallorquín "San Mus" .. Mucha historia naval guardan estas islas, historia que nerece ser más conocida.
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(Páginas veraniegas)
IX
Resuelto el problema del hospedaje, faltan todavía algunos rabos por desollar. El primero y más importante es, sin duda, el de las comunicaciones que abraza dos aspectos. La comunicación de esta isla con el continente y la comunicación interior que facilite toda clase de expediciones á sitios ahora escabrosos e inexpugnables. Fijándonos en el primero, es imposible prescindir del estado actual de nuestras compañías de navegación. Sin entrar en pormenores económicos, que desconozco por completo, sólo me será dado añadir algún concepto, en lo tocante á las relaciones que sostienen con el público. La forma cómo se han constituido y prosperado, la índole de sus buques, las necesidades actuales del comercio, etc., hacen que, por lo general, sea considerado el pasaje como un lucro secundario y que se vea el más importante sostén en los fletes y en las mercancías. No vayamos á culpar por ello á las empresas. Bastantes vicisitudes han tenido que afrontar y bastantes contrariedades que resistir, para que pudiesen hacerse cargo de una ley económica que siempre ayuda a la perfección y al rédito, con innumerables ventajas: la división del trabajo.
El Mallorquín, en una acuarela de Ramon Sampol IsernDe acoger y aplicar este principio, en vez de reiteradas compras de buques mediocres y mixtos, en vez de adquisiciones de vapores obtenidos de lance para destinarlos de una manera violenta á otros servicios que los que inspiraron su construcción, se hubiese tenido el cuidado y el buen acierto de construir ó adquirir exprofeso un buque de pasaje, con la velocidad, el espacio y las comodidades que permiten los últimos adelantos. La conducción de pasajeros, tal como ahora se verifica, no puede ser presentada como un modelo. En algunos de los buques á que me refiero los camarote» no son tales, sino angostos escondrijos dispuestos en estantería, donde se incrusta por una noche el viajero, dispuesto á pasarlo lo mejor que pueda, si es que no prefiere permanecer sobre cubierta toda la travesía. Del servicio de camareros, puede decirse lo mismo, aunque corregido y aumentado, que decía al tratar de las fondas. Falta de costumbre en las maneras del bien servir y, alguna vez, grosería y despego. Sobre todo, descuido en la cocina y cantina, casi siempre poco provistas y no muy esmeradas, Y para terminar, cuando la carga lo exige, olvido completo de los pasajeros, retardo en la salida, invasión de la cubierta y hacinamiento de bultos que impiden todo movimiento, tales son á grandes rasgos los defectos capitales del sistema empleado.
Bergantín - corbeta 'Capitán Planas' (1919 - 1923)Se me contestará que el tráfico no da para más y que esas imperfecciones responden á la falta de movimiento y de ganancia. Aparte de que esto sea tan exacto como muchos suponen, hay que tener en cuenta un principio que pocas veces deja de ser reproductivo. Es á saber, que la circulación aumenta en progresión constante, cuantas más son las facilidades que en ella se introducen. Si las compañías de ferro-carriles al implantar sus proyectos, no hubiesen tenido que contar más que con los datos del tránsito por las antiguas carreteras, puede afirmarte que ninguno habría llegado á realizarse. Por el contrario; so ha tenido en cuenta el exponente de las comodidades ferro-viarias que elevan á una potencia enésima, el número de circulantes. Y se ha visto que allí donde antes iba una diligencia de doce asientos cada tres días, ahora llegan dos trenes diarios de infinitos coches. Pero ¿á qué cansarnos, si tenemos el mismo ejemplo en casa? ¿Podrían vivir las tres compañías de vapores con que actualmente cuenta esta población, si el movimiento de pasajeros y de mercancías con Valencia, con Barcelona, con Alicante, con Marsella ó Cette, fuese el mismo que hace sesenta años, cuando el pesado vapor Mallorquín, no había empezado todavía á remover con sus tumultuosas ruedas las aguas de nuestro puerto? Seguramente que no. Y es así que en tiempo normal, vemos salir vapor para Barcelona los martes y los jueves, para Valencia los jueves, para Alicante los domingos, no contando los que salen de otros puertos de la isla, todos llenos y concurridos, sin que escasee la necesidad de duplicar el número de buques destinados á rendir tales expediciones. Otro caso de la misma especie ofrecen los ómnibus, sistema Ripert, desde hace pocos meses establecidos. Ha aumentado de una manera tan rápida y prodigiosa la comunicación con los suburbios y alrededores que enlazan, que resultan insuficientes los coches para tanto bullicio, cuando no les faltaron profetas de mal año, plañideros de un fiasco próximo.
Buque "Rey Jaime I" (1911 - 1967)Lo mismo, exactamente lo mismo acontecerá cuando haya alguien bastante animoso para establecer un vapor ó una línea de vapores para pasajeros, anchos, espaciosos, cómodos; que puedan llevarnos á Barcelona en seis ó siete horas; que ofrezcan á todo el mundo servicio esmerado y trato correcto; en suma, uno de esos elegantes steamer, que hacen la travesía de Calais, entre Francia é Inglaterra. Sería, seguramente, el mejor de los complementos para ayudar á la obra de atracción que debe verificar el gran Hotel. Hay todavía una multitud de personas, sobre todo de la península, que miran el mar con terror supersticioso é invencible. El mareo es una molestia, para otros, insoportable y sin remedio ni calmante conocidos. Y de ambas inquietudes, el único paliativo serio y evidente, es abreviar las horas de navegación, reducirlas á la mitad ó á menos, si es posible, de lo que ahora se emplea. Con seis horas de marcha todo el mundo se atrevería á pasar el gran charco y hasta el más pusilánime compraría á tan bajo precio la satisfacción de su curiosidad ó de sus deseos.
El "Rafael Verdera" (desde 1926)No quiero pintar á mis lectores lo bonito de uno de estos viajes rápidos, con tiempo bonancible. Si á pesar de las molestias actuales tienen tantos atractivos como ha sabido extraer de ellos Alcover en esa página deliciosa que tituló Travesía, considérese cuáles no serían á bordo de uno de los palacios flotantes á que me refiero. La seguridad de llegar más pronto alejaría las incertidumbres de los timoratos, las ansias del mareo en los más prontos, y conservaría en todos esa animación y regocijo propios del hombre en movimiento. Seis horas no bastan para pintar en el rostro las huellas del cansancio, ni para descomponer el tocado de las mujeres hermosas, ni para sombrear las ojeras de un penoso insomnio, ni para que decaiga la conversación en los corrillos, si se tiene en cuenta, que en el barco ha de haber sala de lectura, piano y espaciosos comedores donde, exentos de ese olor sui generis de las cámaras actuales, se puedan restaurar con apropiados manjares los joviales pasajeros y las delicadas pasajeras... hasta el punto de pasárseles el viaje en un soplo á muchos de ellos, salpicando muy por encima cada uno de tan variados capítulos como ofrecerían la conversación, la comida, la flirteation, la última novela y las fantasías á la luz de la luna, junto á una extrajera de áureos cabellos... en los cuales llegaría fresca aún, la gardenia comprada en la Rambla de las Flores, de Barcelona.
Tampoco debe caber duda á nadie de las ventajas públicas y de los réditos individuales que esta empresa tendría, mejor dicho, tiene que reportar, pues estoy instintivamente seguro de que ha de realizarse muy pronto. Tal vez no haya otra más deseada ni sostenida por la opinión, ni que mas haya oído alentar en todos los tonos así confidenciales como públicos. Con la gran fonda á que me refería en mi artículo anterior y con el gran vapor que indico en éste, tendríamos las dos potencias, los dos medios estático y dinámico, de albergar y conducir á las gentes. Lo demás vendrá por sus propios pasos; y ciertamente no habíamos de tardar en ver alzarse el gracioso pabellón de unos baños flotantes, y en ver esparcirse por la costa un sin fin de caprichosas casetas; y en observar que el municipio, atento á las crecientes necesidades, abría un nuevo paseo, una alameda donde pudiesen darse toda clase de fiestas y de conciertos; y en admirar, por último, de qué manera se iniciaban toda suerte de festejos, útiles unos como las exposiciones regionales, otros puramente agradables, como las regatas en la bahía y las iluminaciones nocturnas de la costa, promovidos por las mismas empresas del Hotel, del vapor ó de los baños, ó por tantos otros interesados en mantener y estimular una afluencia siempre en aumento...
Acerca de esos intereses vitales de nuestra olvidada Mallorca, debiera volver los ojos nuestra indiferente juventud. Más bien que vivir desterrada mentalmente de esta isla, más bien que despreciar el cariño y los afectos locales, á ellos debiera dedicar sus energías. Un poco más de amor al terruño en que nacimos y que, tarde ó temprano, ha de cubrir nuestros despojos, y un poco menos de la absorción centralista y uniformadora; un poco más de contrarrestar esa política que irradia de Madrid sobre la comarca para hacer que irradie de la comarca sobre Madrid, ponderando en la balanza cortesana con positivas influencias; un poco más de no considerar á la región como un simple medio, sino como una finalidad asistida de derechos innumerables; en suma, un poco más de mallorquínismo en todos los órdenes y un poco menos de flamenquismo ó madrileñismo ó imbecilismo ó como quiera llamársele.
(La Almudaina, 18 de Septiembre de 1890)
fabian | 26 Novembre, 2014 11:13
Al tiempo que Miguel de los Santos Oliver va exponiendo sus propuestas de creación de una industria turística, señalando las virtudes naturales de la isla para ello, muestra a la vez cierto escepticismo sobre el "factor humano" de que haya emprendedores que se arriesguen en esa empresa. Enuncia que cree en la "casualidad" como esperanza de que algo pueda surgir. Y a veces hay suerte.
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VIII
Acontéceme con el asunto de mis artículos, que cuantas más vueltas le doy, más evidente me parece la posibilidad de mis ilusiones en esta materia. Y alguna vez llego á hacerme cruces de que nadie, hasta ahora, haya abordado de una manera decidida tan simpática y provechosa empresa. Casi toda mi filosofía se reduce á un aforismo, en apariencia insignificante: el de las pequeñas causas que producen grandes efectos y creo, á pié juntillas, que la mayor parte de descubrimientos, de maravillas y de revoluciones, se deben al soplo tornátil de esa Hada caprichosa, invisible y coqueta que llamamos casualidad. Otra empresa, mucho más atrevida, mucho más difícil, mucho más costosa y de profundísima influencia política y social, nació de esta suerte. La idea, mejor dicho, el ensueño de la conquista de Mallorca, lo absorbió de una manera inesperada el Rey Don Jaime en el banquete de Pedro Martel, donde el experto navegante relató su viaje á la isla, revelando al joven y animoso caudillo una comarca expléndida, fértil y encantada. De aquella brillante descripción, del entusiasmo y del fuego que vertió Martel con sus palabras, de la excitación ardiente y pasajera, propicia á convertir en realidad las quimeras, que se experimenta en una sobremesa surtida de ricos vinos cuando se encienden la sangre y las esperanzas... surgió con seguridad el hecho más trascendental de nuestra historia.
No hace todavía cinco lustros que se presentó modestamente en esta isla, viajando con el título de Conde de Neudorf un magnate de estirpe regia, S. A. el Archiduque Luis Salvador, hermano del último Gran Duque de Toscana. Cruzó, sin darse á conocer, esta isla, admiró sus bellezas, se extasió ante sus panoramas, recogió sus tradiciones, haciéndose familiares su historia y su lengua. Al poco tiempo adquiere el fundo de Miramar, al que ha ido anexionando una porción de predios contiguos. ¿Quién guiaría sus pasos hacia Mallorca? Sin duda, una simple curiosidad de viajero, harto de conocer los sitios famosos. Y al hallarse aquí se encontró, por casualidad, con algo no soñado ni previsto, con algo que atrajo todas sus aficiones y sus munificencias de príncipe, con esa propiedad extensísima que hoy hace asequible á todo el mundo, bordándola de caminos y de veredas, sin más objeto que el de llegar á un sitio pintoresco ó á un lugar ennoblecido por una tradición. Mucho, muchísimo debe la isla al generoso prócer, que ha venido á dar la norma de lo que podrían hacer los dueños de otros sitios hoy escarpados y casi inexpugnables, por ejemplo el Torrente de Pareys y la Calobra. Mas dejando para otro día este incidente, volveré á lo que ya tengo dicho, á la necesidad inmediata de contar ante todo, con medios de alojamiento, dignos y capaces.
Voy á ser completamente franco y á confesar que no creo que la primera embestida ni el primer paso salga de entre nosotros. Para tamañas empresas se necesita, á parte de un capital superior ciertamente al que suele constituir la fortuna total de nuestros comerciantes, una fé y un conocimiento de la materia que sólo se obtienen con la experiencia de continuos viajes y con la observación de los gustos y de las inclinaciones de la extensa colonia trashumante. Gran satisfacción para mí sería que estos, ú otros artículos que me propongo publicar fuera de Mallorca, acertasen á despertar por casualidad, por la casualidad en que tanto confío, las buenas disposiciones del hombre sagaz y emprendedor que yo he fantaseado, mezcla equilibrada de aptitudes mercantiles y artísticas, soñador y aritmético, con algo de Rostchild y de Bécquer á un tiempo mismo. Y feliz en sumo grado me consideraría, si mis superficiales pláticas lograsen arrancar una vibración al unísono en quien fuese capaz de dar formas concretas y tangibles á la idea. En Mallorca no conozco, ó al menos no se ha revelado todavía, quien con los recursos, la inteligencia y la audacia indispensables, se pueda aventurar á ello. La iniciativa es aquí, lenta y de bajo vuelo. La negociación se hace en pequeña escala procurando suprimir todo azar y todo elemento aleatorio. El periculum sortis amilana y sobrecoge á todos los espíritus mercantilistas y en vez de redoblar en ellos las energías y de añadir el incentivo del albur y de una especie de apuestas con las circunstancias de lugar y tiempo, nuestro comercio arranca al simbólico Mercurio las aletas de los pies voladores, para aprisionarlos en el borceguí de plomo de la parsimonia.
De aquí, que no podamos esperanzar grandes cosas de los capitales y de los capitalistas indígenas. Además, por razones del tráfico á que se han dedicado todos ellos, por la timidez propia de nuestro carácter, por el desconocimiento de costumbres, pormenores y detalles en un todo extraños á nuestra educación y á nuestra índole, se vería expuesta á fracasar la intentona. Todo nos parecería sobrado, cuando tal vez fuese mezquino; todo nos parecería excusable y superfluo, cuando estas superfluidades resultarían una necesidad. Creeríamos pecar por esceso, cuando seguramente nos quedaríamos cortos y en una palabra, no daríamos al asunto las proporciones que exige y que, de cerca y con el radio de nuestro horizonte, no abarcaríamos en toda su amplitud. Vale más aguardar el día en que la casualidad, madre de la inspiración, haga torcer el carro de la Fortuna hacia nuestro país. Vale más esperar á que algunos de esos emprendedores audaces, solicitado por misteriosas atracciones ó por excitaciones directas, venga á estudiar sobre el terreno la posibilidad de la empresa.
No de otro modo se hizo en Suiza, ni de otro modo se logrará aquí. Dado el primer paso, lo restante vendrá por la inercia del movimiento; y el primer paso, como tenemos repetido, es la construcción de un gran Hotel, albergue magno capaz de recibir y satisfacer á las personas más exigentes y mejor acostumbradas. Un establecimiento de primera clase, construido expresamente, con elegancia, con primor y montado de una manera moderna é inteligente; atendidos con pulcritud todos los servicios, desde el de mestre d' hotel hasta el del último camarero, desde el menú hasta el salón de lectura, y desde el mueblaje hasta la sucursal telegráfica. Con esto se tendría la base imprescindible para revelar y ofrecer al gran mundo la existencia de este otro mundo delicioso y recóndito que hemos ido descubriendo. Entonces sería la ocasión oportuna para presentarlo, entonces estaríamos seguros de que nadie había de marcharse con la decepción que producen las incomodidades y las deficiencias.
Pero, aun no es esto todo. Ya tenemos el edificio, limpio y flamante, con sus verjas de hierro; con su jardín exuberante y meridional con su suntuoso atrio y sus soberbias escaleras, emplazado, v. gr., junto á la Lonja, en la explanada que el puerto debe ganar al mar en su avance definitivo. Está dispuesto para recibir á esa muchedumbre cosmopolita, á los huéspedes más ilustres y notables. ¿Qué falta? Falta todavía algo esencial é imprescindible, algo que es el alma de toda especulación moderna, algo á que se debe atender en primera línea y con singularísimos cuidados: la publicidad. En Mallorca, y hasta hace poco en la España entera, se ha venido desconociendo la importancia de ese factor. Todo se fraguaba en la sombra, todo se apagaba en el vacío y en el silencio, todo moría en la oscuridad. También la influencia extranjera ha venido á desarraigar el hábito antiguo y hace algunos meses presenciamos la inauguración del magnífico balneario de Nanclares de la Oca y en estos últimos días la botadura de un crucero en Bilbao, hechas á plena luz y casi entre el fulgor de la apoteosis.
No es otra la forma indicada; y sin discutir ahora lo que aconsejan la discreción ó la cordura escrupulosas, no podemos prescindir del estado actual ni de las exigencias de la época. Esta responde al reclamo; todo lo que no llega á la opinión pública por conducto de los órganos de publicidad, que son como sus sentidos corporales, es lo mismo que si no existiese. Se requiere un anuncio eficaz, intenso, implacable; no ya ese anuncio rutinario de la cuarta plana de los periódicos, sino ese otro anuncio indirecto, ingenioso, literario y altisonante, de relaciones y artículos, de revistas é informes telegráficos, de fantasía y de hipérboles, con que los heraldos del periodismo lanzan á los cuatro vientos del mundo civilizado el agudo y penetrante clamor de sus estupendas trompeterías... Se requiere que vengan aquí redactores de los cuatro ó cinco colosos de la prensa europea, y de los más importantes periódicos españoles y que asistan á la inauguración del Hotel y que conozcan, entre toda suerte de agasajos, las maravillas de la isla, para que al día siguiente el Times y el Standard, el Figaró y el Gaulois, el Secolo y el Tagheblat, el Imparcial y la Epoca, etc. etc., llenen una y otra columna de animados conceptos y de pintorescas y exuberantes descripciones.
Algunas listas de nombres notables seguirían después; la influencia de nuestros hombres políticos podría combinar tal vez estos festejos con un próximo viaje de nuestra Soberana; los prospectos, en todos los idiomas, irían á las familias distinguidas, á las direcciones que contiene el Almanaque de Gotha, á los casinos y á los clubs más selectos... y pronto, el dique de la indiferencia se habría roto, y por el abierto portillo penetrarían la animación, la vida y el provecho.
(La Almudaina, 14 de Septiembre de 1890)
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