fabian | 28 Abril, 2014 12:42
El objeto de análisis de este artículo de Rosselló Pòrcel es el "Diario de Palma" (1811 - 1813), el cual se encuentra en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Rosselló lo analiza en comparación con el "Diario de Mallorca" (1808 - 1814) (Artículo de Rosselló Pòrcel; "Diario de Mallorca" en la B. V. Prensa Histórica), el cual sería la voz de los liberales, frente al Diario de Palma como voz de los serviles, aunque de carácter muy moderado.
Permanecen elementos que hoy nos sorprenden como que no hubiera información local, la cual debía ser exclusivamente de "boca a boca", sin considerarse que debiera pasar a "los papeles"; el anonimato de los escritores, puesto que el "Diario de Palma" reprodujo escritos voluntarios de los lectores, los cuales utilizaron pseudónimos, conociéndose este periódico como el Diario de Brusi", único nombre real, el de este editor catalán que lo imprimió durante una temporada.
El periodismo en Mallorca
El Diario de Palma
IV
Este periódico empezó a publicarse en viernes, 6 de septiembre de 1811 y se imprimió en la Imprenta Brusi hasta el día 1 de noviembre de 1813 en que el editor marchó a Barcelona. Continuó saliendo hasta 31 de diciembre del mismo año. Durante este lapso de tiempo lo publicó Melchor Guasp.
El formato del Diario de Palma es idéntico en todo a los demás periódicos que en nuestra ciudad veían la luz. Los números tenían cuatro y ocho páginas; abundan muy poco los extraordinarios, a diferencia del Diario de Mallorca, su competidor, que los publicaba con relativa frecuencia. Encabezan el periódico un escudo de Palma, el título, las observaciones meteorológicas, el santo dd día y los anuncios de cultos y noticias religiosas.
Aquellos son –juntamente con los teatrales, verdaderamente curiosos y dignos de mención– los únicos que se leen en toda la colección. Por extraño que parezca, el anuncio comercial no había dado todavía ningún fruto.
No hay tampoco, en el Diario de Brusi, crónicas de actualidad local. La historia de Palma no avanza un paso con su lectura. El reporterismo noticiero no ha nacido todavía en nuestra ciudad.
Todo lo contrario sucede con la colaboración, muchas veces espontánea. Nuestro periódico afirmó varias veces que admitiría con sumo placer artículos de actualidad estuviesen o no firmados, siempre que interesaran al público y se mantuviesen en los términos de la cortesía. En un principio pocos fueron los que contestaron a la invitación, pero, pasados unos meses, inducidos por ejemplos anteriores floreció en Palma una multitud de escritores y articulistas, que, amparados por la Ley de imprenta –recientemente decretada por las Cortes de Cádiz, después de larguísimas discusiones– tratan de todas las materias con la mayor desenvoltura, ocultos bajo el pseudónimo, que les protege de futuras venganzas, y se meten en mil polémicas que no siempre terminan, como había pedido el editor, en los dominios de la urbanidad.
Desde el principio de estas polémicas ya se puede adivinar sin gran trabajo el profundo surco divisorio que había de apartar por largo tiempo en nuestra ciudad dos sectores muy diferentes –opuestos– que no dejaron desde entonces de hacerse una guerra sin cuartel y que el maestro Santos Oliver bautizó en su bellísimo libro Mallorca durante la primera revolución con los nombres de liberales y serviles.
Las polémicas que se leen en las páginas del Diario son, a veces, originadas por denuncias de infracción de la Constitución –promulgada también hacía pocos meses– y que una parte de la opinión se obstinaba en hacer cumplir en sus más mínimos detalles. Los serviles, que habían aceptado la Constitución de mala gana –como se vio más adelante– aunque no se atrevían a contradecirla abiertamente, lo cual hubiera tenido para ellos muy malas consecuencias, procuraban zafarse en lo posible de sus mandatos y hasta oponerse a ellos de una manera subrepticia, actitud que indignaba a los liberales y les inducía a producir las polémicas a que nos hemos referido.
El editor del Diario de Palma, el catalán Brusi, era decididamente retrógrado, y por eso mismo su periódico, aunque no se niega nunca a cantar las alabanzas de la Constitución, admite más colaboración servil que la que tenía el Diario de Mallorca, que aunque nunca hizo profesión de fe libera! y hasta combatió a la Aurora Patriótica era de ideas algo más avanzadas Estas diferencias de opinión –además de su enemistad comercial– son origen de continuas polémicas entre los dos diarios, que en el de Palma adopta con frecuencia un tono fuerte e insultante.
La parte de información peninsular y extranjera es inferior a la del Diario de Mallorca, que tenía corresponsales más numerosos. Unicamente en la información referente a Cataluña vence el diario de Brusi. Esto se comprende fácilmente por ser éste catalán y contar con muchas relaciones en Barcelona en donde su imprenta era de bastante antigüedad; había venido como tantos otros a Mallorca con la intención de huir de las tropas napoleónicas que durante tantos años tuvieron en su poder la Ciudad Condal.
Las poesías que inserta el Diario, casi todas referentes a sucesos de la época, son numerosas. Podemos citar una «Marcha patriótica a los quintos de Cataluña en el año 1812»; unas octavas dirigidas a Lord Wellington, el general enviado por Inglaterra para ayudarnos. Varias poesías, completamente tabernarias, dirigidas contra Napoleón .y los franceses en especial José Bonaparte. todo firmado con iniciales o pseudónimos, característica de nuestro primitivo periodismo.
Merece ser recalcado ese odio contra Francia que imperaba en Mallorca a principios del siglo pasado. Bien se conoce que la revolución había llevado el horror y la indignación a muchos espíritus timoratos, indignación que fue en crescendo al ver con estupefacción que nuestras tropas antirrevolucionarias –muerto el general Ricardos– eran derrotadas lastimosamente en la frontera y que. pocos años después, éramos invadidos por una nación que hubiera podido suponerse exhausta y sin fuerzas. Tal vez este odio influyera bastante en la desgraciada suerte de los prisioneros de Cabrera.
La información referente a las Cortes de Cádiz, entonces en su apogeo, insertada por el Diario de Palma es interesantísima. Polémica y discursos pasan ante la vista del lector que se admira de aquella intensísima vida parlamentaria en los comienzos del siglo XIX. Y recorriendo aquellas páginas imborrables de nuestra historia civil, las figuras de los prohombres creadores de la primera Constitución española pasan a ser para el lector entusiasmado objeto de perdurable admiración.
B. Rosselló Pòrcel
El Día, 10 de agosto de 1830.
Sobre este periódico ya realicé la entrada El 'Diario de Palma' (1811 - 1813) con algún enlace a un estudio sobre Antonio Brusi.
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