fabian | 05 Abril, 2011 16:41
Es un personaje interesante, escritor no publicado tras la Segunda Guerra europea, llega a Mallorca obnuvilado por la muerte de su compañera. Unos jóvenes descubren sus escritos que consideran valiosos y los dan a conocer. A él, ya en su vejez, no le importan y le es indiferente que interesen o no. Un raro acontecimiento sucede: el nombre de Stephen Shylings se encarna en la figura de un viejo borracho australiano llegado a la isla en los años cincuenta, quien, a cambio de unas monedas y la compañía de jóvenes náyades, recita horrorosos ripios que son recogidos fervorosamente por parte de la crítica literaria.
Unos jóvenes mallorquines deciden inventar y difundir la vida y obra de Stephen Shylings, un escritor británico que había participado en la Segunda Guerra Mundial y que, tras una tormentosa relación de amor había acabado en la isla, relegado al más absoluto olvido.
La travesura de estos cuatro ingeniosos amigos se vuelve comprometida y peligrosa el día que una editorial barcelonesa quiere publicar los manuscritos y se ven obligados a incluir en su inocente juego a Jas Roswell, un actor australiano que malvive en Palma arruinado y alcoholizado, y que sólo conseguirá ponerlos al límite de sus posibilidades.
Sweet sixteen es una novela que no sólo habla del anhelo y las ganas de experimentar propios de la juventud, sino que también destila un exquisito amor por la literatura y explora las dinámicas corruptas de los círculos literarios y las revistas especializadas para sobredimensionar el talento y la gloria a escritores que no lo merecen.
Bueno, pues he disfrutado al leer este libro que lo peor que tiene es la portada. Estaria de acuerdo con lo que indica la editorial, salvo en que lo de "las dinámicas corruptas de los círculos literarios" es más bien algo secundario en esta novela escrita por Octavio Cortés Oliveras recién publicada.
No es un libro de humor, pero sí es un libro con humor; nada más pensar en él una amplia sonrisa se dibuja en mi cara, me río al recordar varias carcajadas lanzadas mientras lo leía. Octavio, nacido en Palma en 1973 y Profesor en un instituto de la isla consigue una novela simpática, alegre, vitalista en la que todo tiene su importancia. Cuatro jóvenes aficionados a la lectura y a la escritura, así como a la música, deciden crear un viajero llegado a Mallorca con una obra literaria ya realizada pero no publicada. Yo he disfrutado desde el principio con la descripción que el narrador - que es uno de los jóvenes - hace de sus compañeros; con la selección de este viajero, resultado de multitud de discusiones pues cada uno de los jóvenes lo eligiría con diferentes características; la urdición de su biografía, personalidad y de su obra. Luego, lo planificado siempre tiene imprevistos y la cuestión se desmadra moderadamente pero jocosamente. Muy bien, obra bien tramada y contada que es una delicia literaria y de fino humor.
¿Puedo copiar una página de este libro? No sé bien cuál elegir. Recogeré unos momentos en que el grupo tenía que elegir un nombre para este viajero. Lugar y tiempo: Palma, ¿años noventa?:
Llegaba la noche y bajábamos a cenar a Santa Catalina o comprábamos un par de riojas y nos íbamos a nadar a la playa grande de Portals: entonces Corominas cantaba a Eugenia las mil bondades del nudismo, hablaba de las hijas de Nereo y la danza coribántica en la gruta, las coronas de bayas sangrantes, las vírgenes consagradas a Perséfone. Le instruía acerca del deber de compartir los dones, de ofrecerse desnuda a la luz de la luna en el franco tribunal de la amistad, altar incomparable y privado. La música de los yates llegaba como un segundo oleaje, en la brisa nocturna casi recogida, y nosotros continuábamos nuestra cuita: ¿Raymond? ¿Winston? ¿Persival? ¿Edmund?
Recuerdo una noche en alguna terracita del Portixol, el aire salado removiendo la melena de Eugenia, Sulk medio enfadado y yo con una guitarra en mis manos cuyo origen soy incapaz de determinar (la instantánea no engaña, una española con puente americano y la tapa de color vino): me veo rasgueando "Sleepy time down south" y abstrayéndome un tanto, mientras Corominas habla de la locura de Hölderlin, la locura de Nietzsche y la locura de Syd Barrett. La mirada de Eugenia, a través del desorden de mil flecos rubios, se cruza con la mía en una punzada de sonriente complicidad, y por debajo de la conversación en un susurro magnético me pregunta "¿Ludwig?", y se queda mirando mientras yo me llevo un dedo índice (uno que me sobra por ahí) a la sien y lo atornillo burlonamente. Reímos, suspiramos, dejamos que la música recupere el latido y bebemos a la salud de todos los nacidos en un siglo equivocado
Pero el hecho era que la cosa no avanzaba: acabamos por atravesar una crisis de berrinches cruzados, con un frente (Eugenia y Sulk) proponiendo "Archibald" y un servidor empecinado en no renunciar a "George", y lo peor de todo es que las perspectivas no hacían más que oscurecerse, pues si algún día llegábamos a aclarar el asunto del nombre, eso sólo serviría para obligarnos a descorchar el de los apellidos, lo cual, visto lo visto (una tarde Eugenia llegó a darnos plantón luego de que yo volcara unos vasos la noche anterior y adornara el estropicio con unas burlitas cretinas acerca de nuestros proyectos derramados e inútiles y de los ególatras con piel de cordero), no podía más que prometer todo tipo de nuevas estrecheces.
Octavio Cortés: "Sweet Sixteen" (págs. 28 - 29)
La edición de libros en lengua castellana en Mallorca no es fácil. La mayoría de las editoriales de Mallorca sólo publican libros en Catalán al estar éstos subvencionados, con lo que los escritores en otras lenguas han de acudir a otras comunidades para poder publicar. No está bien, la política cultural en estas islas no me parece ni justa ni apropiada.
M. Elena Vallés, periodista del Diario de Mallorca, publicaba el pasado día 13 los siguientes párrafos:
Me llega por correo electrónico la novela del músico mallorquín Octavio Cortés (Palma, 1973), editada por Atlantis, otro sello que publica nuevas voces. Sweet Sixteen (guiño a un tópico del blues y a un tema de B. B. King) será presentada el próximo día 31 en el Centre Cultural Pelaires. Este guitarrista y pianista palmesano, que fue telonero de Otis Rush, John Hammond o Corey Harris, ambienta la trama en la bohemia palmesana de mediados de los años noventa. Sin nombrar los locales, son reconocibles el ahora mediático y malparado Bluesville, el Barcelona, el Café Lisboa o La finestra. "Palma estaba por entonces entre las dos o tres ciudades de referencia del blues en España. Una escena musical que institucionalmente ha sido masacrada", apunta. A pesar de estas palabras, promete que el libro no es un ajuste de cuentas a esa política cultural "corta de miras que sólo apoyó a los que tocaban en catalán sin importarles la calidad", asegura. La novela es un reflejo de aquella época cultural –"no sin cierta nostalgia por aquellas bandas locales"- y de lo que podría haber sido la isla.
Pocos altavoces tiene el archipiélago para sus propias formaciones musicales. Cortés, que fue pianista de Concha Buika, lo suscribe. Para conquistar Mallorca antes hay que conquistar Madrid o Barcelona. O El Corte Inglés. Es el caso de la banda Lonely Drifter Karen, comandada por Tanya Frinta y el mallorquín Marc Melià, ex El Diablo en el Ojo y mitad del dúo El Piano Ardiendo. Su canción This World is Crazy es la banda sonora de la campaña publicitaria de primavera de los grandes almacenes.
M. Elena Vallés: Mallorca en El Corte Inglés (DM, 13/03/2011)
Bueno, pues Octavio Cortés ha escrito y publicado una divertida e interesante novela en la que el tema "viajeros en Mallorca" adquiere protagonismo. Enhorabuena al autor y ojalá tenga éxito pues se lo merece.
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