fabian | 04 Abril, 2011 14:52
El tema de los viajeros que han dejado huella en Mallorca me parece sumamente fértil como origen de leyendas y mitos. Lores ingleses cazando aves por la albufera de Alcudia; fortuna que crea en una pequeña península un hotel sólo accesible por mar en una cala resguardada donde los yates anclan - fortuna que da inicio a la jornada de ocho horas de trabajo bien pagado y que llega a la ruina -; novelista de historias de misterio que escribe junto a una piscina en Pollença; espías nacis e italianos y submarinos belicosos cercanos que aguardan sus noticias ... El mundo de los viajeros está poblado de seres extraños, extravagantes que, aunque famosos en el mundo, pasan unas horas o unos días en la isla; Borges, Cortázar, Agatha Christie, John Lennon ...
Entre todas las historias hay una que ha sobresalido y cuyos ecos han perdurado en el tiempo hasta hoy por lo menos, puesto que ha sido este invierno cuando un juez ha tenido que dictaminar cuál fue la celda de la cartuja que ocupó Chopin pues dos estaban en litigio. La historia de Chopin y George Sand en aquel invierno de 1838 ha perdurado y renacido en varias ocasiones a lo largo de la historia, contándose con matices muy diferentes. George Sand, vistiendo pantalones y fumando, acompañada de un músico tísico quizás originara algún pequeño alboroto en ese año de lluvias, pero seguro que fue mucho menor que el originado años después, en 1841, con la publicación de su libro "Un hiver à Majorque", escándalo y alboroto consecuente en 1902, ya muertos todos los protagonistas, cuando el libro de la francesa es traducido al Español y es conocido por parte de la población de Palma, la cual se siente ofendida por palabras escritas y publicadas más de medio siglo antes.
Años después, en 1918, Miguel de los Santos Oliver pronuncia una conferencia a los "amigos de la música" titulada "Chopin en Valldemosa" y en ella chisporrotean aún los reflejos encendidos de respuesta al airado descontento emergido tras el famoso libro francés. Esos reflejos entintan las figuras de la escritora francesa y del músico polaco.
No es conveniente, debido a su extensión, que copie aquí dicho discurso que puede hallarse en Chopin en Valldemosa. Miguel de los Santos cree - y así lo expresa - que el libro "Un hiver à Majorque" es una venganza de George Sand: "Estos dos hechos vienen a decidir, en el juicio sereno de la posteridad, todo lo que hay de inconsistencia en las acusaciones fulminadas por Jorge Sand, todo lo que hay de airado, de petulante y de injusto en su venganza" (págs 16 - 17)
Considera la novela de la escritora francesa como un insulto o agravio hacia los "mallorquines" (pág. 15 - 16):
Y ahora, señores, consideremos la distancia que mediaba entre espíritu y espíritu, y el choque a que uno y otro tenían que llegar fatalmente. La suspicacia, el gesto de desdén y aun de sarcasmo, según afirma Quadrado en la Vindicación, no desampararon a la escritora un solo momento; no se humanizó una sola vez; recibió mil atenciones del marqués de la Bastida - el joven lion que cita por la inicial B***-, pagándolas con inmerecidos desaires y zahiriéndole después en forma grosera y desatentada. Aparentó que deseaba soledad e incomunicación y acabaron por respetárselas los que más habían apetecido su trato y el honor de admirarla de cerca. Y del temor al contagio, por la dolencia atribuida a Chopin, y de la discreta abstención de las señoras mallorquinas, por lo equívoco de la compañía que ostentaba, dedujo cargos y formuló acusaciones de salvajismo, ferocidad e ignorancia contra mis compatriotas, que no se habían apresurado a ofrecer coronas a la impudencia ni a cubrir de flores la senda de la disolución.
Hay que tener en cuenta la distancia temporal que separa los textos: 1841 es la fecha de publicación de "Un hiver à Mallorca" y de la "Vindicación" de Quadrado, y 1918, la de esta conferencia: 77 años de diferencia y aún chispean los rescoldos.
No todos los viajeros crean o dan origen a leyendas, pero sí algunos. Leyendas que se cuentan generación tras generación, modificando matices e incluso actitudes. Estas leyendas no tienen porqué nacer en el momento del viaje, el cual pudo ser ignoto para la sociedad en general. No hubo noticias en la prensa, cuenta Miguel de los Santos. Y sin embargo aún hoy, vivimos sus efectos en el litigio sobre qué celda ocuparon o cuál fue realmente el piano de Chopin. Piano que, en el momento de su partida nadie quiso pues provenía de un tísico.
En fin, no he querido dejar apartada esta conferencia que presenta una de las facetas de un viaje lejano, posiblemente penoso para los protagonistas, y que aún no está olvidado.
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