fabian | 04 Gener, 2010 15:25
Pasado el final de año, conviene registrar los datos estadísticos.
No hay mucho análisis que hacer. 265287 visitas dan una media de 726 visitas al día. La dentada línea superior señala la variabilidad de esta cifra, dándose menor número de visitas los fines de semana. La variabilidad a lo largo del año también se da con una bajada en los meses de verano.
El número de páginas vistas, 418079, da media de 1145 diarias.
El origen de las visitas es vario
(Segueix)fabian | 04 Gener, 2010 11:31
Se juntan en este día dos conmemoraciones. Una es el cincuentenario de la muerte de Albert Camus (1913 - 1960). Filósofo y escritor, Premio Nóbel de Literatura de 1957. Se le cataloga en el pensamiento y literatura del Absurdo.
Nació en Argel. Su segundo apellido, Sintes, lo relaciona con las islas como descendiente de familia menorquina. M. Elena Vallés nos lo recuerda hoy en Las huellas de Albert Camus en las islas medio siglo después de su muerte (DM, 04/12/2010). Estuvo en el verano de 1935 en Mallorca y en Ibiza. Otros periódicos también lo recuerdan (elmundo.es: 'Solitario y solidario': 50 años de la muerte de Albert Camus), así como varias bitácoras.
La segunda celebración de hoy es menos recordada: Giovanni Battista Pergolesi (1710 - 1736) nació un 4 de enero, hace trescientos años. Murió muy joven, pero dejó, aparte de una ópera bufa, una obra sacra rememorable, el Stabat Mater Dolorosa, preciosa y delicada obra que, quien lo desee, puede escuchar en Los imprescindibles de Radio Clásica.
fabian | 03 Gener, 2010 08:52
Precioso artículo el de Carlos Garrido en el Diario de Mallorca de hoy, titulado "Barcos dormidos"
Manuel R Aguilera: Recala en Palma el mayor buque del mundo construido para transportar otros yates (DM, 03/01/2010)
Barcos dormidos
De vez en cuando, deberían recordarnos que somos puerto de mar. Es curioso cómo, en otros tiempos, uno de los mayores focos de atención era ´es moll´. Los barcos que llegaban y salían, los vehículos que eran descargados, los pasajeros. La ciudad vivía en cierto modo pendiente de la actualidad marítima. Hoy, es todo lo contrario. Cada día más, el puerto se aleja de la vivencia diaria. Es como una especie de escenario que representa cosas sólo para unos pocos. La gente está muy ocupada con sus problemas de tráfico, sus encargos, sus ideas y venidas por la ciudad. Lo que pasa en nuestras aguas sólo es observado por una minoría.
Uno de los espectáculos más privilegiados en una ciudad marítima como la nuestra son los barcos. Los que entran y salen. Pero también los que permanecen fondeados a la entrada del puerto. Las siluetas de esos grandes cargueros, inmóviles, centran durante días el cuadro de nuestro horizonte. Sin darnos cuenta ni pensar, pasamos delante suyo muchas veces. Inconscientemente nos fijamos en sus sombras, en la flecha que marcan sus proas. Pero poco más.
Por las noches, esos barcos fondeados constituyen todo un espectáculo. Encienden sus luces como si fuesen pequeñas ciudades fantasmas, en medio de la oscuridad. Nos permiten imaginar cómo ha de ser la vida en uno de esos mercantes, sin actividad, simplemente esperando para entrar en puerto, o a que se calme el mal tiempo, o a que se solucionen otros temporales de tipo económico.
Cuando tantas ciudades carecen por completo de un horizonte poético, deberíamos ser conscientes del privilegio que es despertarse y ver unos barcos fondeados. Constituyen un capital de imaginación, una forma de dar profundidad al horizonte. De sentir que, allá lejos, también hay otros hombres que miran el cielo, que baldean las cubiertas, que esperan la hora de llegar a tierra o de partir hacia otros lugares.
Y ese recurso de pensar en dimensiones que tienen un punto de fuga nos libra de las pequeñas maquinalidades, de la rutina, del peso insoportable de la vida plana. El mundo sería distinto si la gente viera menos la tele y se fijase más en esos barcos dormidos, lejanos, que activan la TDT de tu vida interior.
Carlos Garrido: Barcos dormidos (DM, 03/01/2010)
Pues amanece bien en año con los artículos de Manuel R Aguilera y la mirada de Carlos Garrido.
fabian | 01 Gener, 2010 17:07
Amanece un nuevo día y con él un nuevo año, pero las costumbres y ritos no son nuevos. La mañana, vista tras la cristalera, parece tranquila, agradable y soleada; sin embargo el viento deja oír su silbido molesto. ¿Año nuevo? Hay un ciclo, redondo o elíptico de estaciones y días. Tras el verano, otro invierno y otro verano, juego circular de repeticiones. Igual ocurre con los meses... diciembre - enero; y otro diciembre y otro enero. Círculos, círculos y vueltas y vueltas. Aguas en circuitos cerrados que, absorbidas por el sumidero son impulsadas en un chorro ascendente para que, otra vez en el exterior, fluyan en corriente y caigan en cascada para ser absorbidas otra vez por el sumidero. Cículos y círculos del tiempo, de las estaciones del año, de los meses que recomienzan siempre con un primer día que no es sino la continuación del anterior pese a que lleve el número uno.
No sé si son costumbres o ritos, pero suenan los valses de la familia Straus. Partituras del siglo XIX que dejan que sus signos de negras y corcheas no sean sólo marcas sobre el papel. Por unos momentos adquieren vida y danzan en los violines, trompas y flautas; bellasdurmientes despiertas sobre las maderas y cobres instrumentales. ¿Nuevo? Sí, siempre la interpretación es nueva pese a que el escenario, antiguos mármoles de columnas orgullosas, no lo sea ... O quizás también, pues las esculturas, las columnas, las pinturas adquieren también vida, como las letras de los libros, al pasearse una mirada sobre ellas.
Así, también las obras humanas entran en ciclos redondos, cual las estaciones o meses repetidos año a año, en dormiciones y despertares según que alguna mirada las bese. Y en este día, primero de enero, despiertan los optimistas valses, ávidos de vida y de vueltas y revueltas de danzantes sobre los lujosos mármoles de ostentosos salones.
Ajena a su voluntad, un cineasta los vistió de espacio y de naves interplanetarias. Y la danzarina música de las vueltas pareció que incluso hacía girar sobre sí mismos los planetas en una danza eterna de giros astronómicos alrededor de la gran y coqueta estrella. Y todo son vueltas y vueltas y giros y giros en repeticiones constantes. Danza de días, meses, estaciones, planetas y soles que giran sobre sí mismos y en un coro inmenso alrededor de las estrellas.
Pero no todo son vueltas y giros. Otra vez un día uno, comienzo de otro mes y año. Pueden aparecer en el recuerdo e imaginación otros días de año nuevo; todos ellos semejantes, llenos de música y danzas ... Pero aunque el día sea como una repetición, mi rostro ya ajado y mi movimiento fatigoso me indica que, aunque todo sean vueltas y giros, sólo hay una única vuelta, un único giro y que ya sólo me quedan unos pasos para completarlo.
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