fabian | 01 Novembre, 2007 20:30
No siempre existieron cafés o bares ni escaparates en las tiendas. ¡Qué raro este comienzo! No siempre la gente se sentaba en una terraza de un bar o cafetería ..., pero ... Todo comienza con un artículo largo, muy largo, de 4 páginas. Su título: Los cafés históricos. Su autor: Antonio Bonet Correa. Comienza así:
La Edad Contemporánea no se entiende sin la existencia de los cafés. La Revolución francesa y sus secuelas encontraron su campo de acción en los cafés. En el siglo XIX el liberalismo y los conspiradores en España, los carbonarios italianos, los combatientes de la libertad en Grecia, los escritores románticos, o los pintores impresionistas no se explican sin sus cenáculos y reuniones en estos locales públicos. Tampoco los movimientos literarios o las revoluciones estéticas finiseculares como el modernismo y las vanguardias artísticas que en los cafés encontraban un camino para manifestarse y formar capillas de fieles adeptos a un ideal o tendencia.
Bar Bosch, cuando la barra estaba en el lado opuesto a las ventanas
Luego ha sido buscar una foto. Difícil, pues no he fotografiado los bares de Palma, pero un día, hice estas dos fotos y hoy ya no sería posible hacerlas pues, aunque el Bar Bosch es uno de los históricos, ha cambiado la barra de lugar y la ha colocado junto a los ventanales de la calle Brondo.
Pero, en las cercanías o en el mismo paseo en que se encuentra el Bar Bosch, ¡cuántos otros han desparecido! Ya la Granja Reus, el Orient, el Formentor, el Alhambra ... Quizás ya no sea época de encuentros y tertulias, de largas horas de discusión y lectura de periódicos, de sentarse en una terraza para ver y dejarse ver.
El autor, Antonio Bonet, va recorriendo los primeros bares de Europa. El primero en Oxford en 1650. Los cafés parisinos, los italianos. "Sin los cafés decimonónicos o modernistas de Viena, Budapest, Praga, Cracovia, Berlín, Bruselas, Ámsterdam o París no se comprenden los movimientos estéticos contemporáneos. Balzac, Baudelaire, Verlaine y Apollinaire, los pintores impresionistas, cubistas y surrealistas están ligados a los cafés parisinos de los grandes Bulevares, de Montmartre y Montparnasse, y Sartre, Camus y Giacometti a los del Boulevard Saint-Germain, Les Deux Magots y el Café de Flore. Cada café tiene su literatura.", nos dice. Se queja de que en España hayan desaparecido todos esos cafés de finales del XIX y comienzos de XX. "Los españoles siempre estamos a la última. En materia de desprecio y destrucción de nuestro patrimonio cultural nadie nos gana", se lamenta.
Señala la época borbónica como el inicio de los establecimientos públicos llamados "cafés". Primero los ilustrados, luego la gente rica y elegante; tiempo después, desde la segunda mitad del siglo XVIII, los escritores. A partir de la primera mitad del siglo XIX, se convierten en lugares de tertulia cotidiana y permanente, centros de reunión y discusión. Hacia 1850, en parte debido a las insinuaciones de los emigrados de Francia e Inglaterra, los antiguos cafés de los ilustrados se modernizan: mesas de mármol, taburetes, espejos, elegantes empapelados, lámparas de gas, grandes ventanales ... La burguesía se encontrará cómoda en ellos ya en la segunda mitad del siglo XIX, y con la burguesía entra también la mujer; ya no serán locales donde ir los hombres.
La edad de oro de los cafés fue "la de los años de la Restauración y de la Regencia de María Cristina durante el último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Entonces los lujosos, cómodos y fastuosos cafés de Madrid, Barcelona y demás provincias conocieron momentos estelares. Frecuentados por políticos, funcionarios, aristócratas, toreros, cómicos, escritores, los cafés de los centros urbanos eran lugares de cenáculos y tertulias de todo género". Salas amplias y diáfanas, de altos techos con artesonados de escayola sostenidos por esbeltas y delgadas columnas de hierro fundido, con grandes espejos, pinturas, visillos en las anchas ventanas, sofás rojos ... Precisamente fue en esta época cuando se pusieron en uso los escaparates comerciales para mostrar la mercancía y atraer a los clientes. Es la ciudad burguesa de "anchas avenidas, bulevares y paseos despejados, se transformó y modernizó renovando su arquitectura por igual en el antiguo centro que en los nuevos barrios del ensanche".
Interesante, muy interesante la historia de estos cafés que me hace recordar los de Palma, el Miami, el Formentor ... Desaparecidos.
Hace ya tiempo, Climent Picornell hablaba de los bares de Palma: "La idea d'Europa" , entre el Bar Bosch i Can Tronca. Y es imposible no citar la web de Jesús Cortés: Cafeymas Blog de cafeterías. Algún día alguien nos contará las historias de los cafés de Palma y sus personajes.
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