fabian | 04 Setembre, 2007 14:10
El artículo que añado aquí fue publicado en el Diario de Mallorca del 19 de agosto de 2007. Se dio la circunstancia de que, pese a buscarlo repetidas veces en la edición digital, no lo encontré. Está escrito por Bartomeu Bestard, Cronista oficial de la ciudad de Palma, y hace un repaso rápido sobre la historia de este monasterio.
Crónica de antaño
Bartomeu Bestard, Cronista oficial de la ciudadEl monasterio de la Real
La orden del Císter nació a finales del siglo XI como un movimiento de reforma monástica motivado por la relajación de las órdenes existentes, sobre todo en la de Cluny. El monje Roberto, futuro San Roberto, queriendo recuperar el espíritu de la Regla de San Benito, en 1075 se retiró a Molesmes, en la Borgoña, y catorce años después, junto a Esteban Harding y veinte monjes más, fundó el primer monasterio en Citaux - en latín Cistercium -.
A partir de entonces, la nueva orden fue conocida como la del Císter. Las intenciones fundacionales de ésta fueron, sobre todo, aislarse del mundo, volver al espíritu de estricta pobreza material y convertir suelos yermos en granjas agrícolas para su mantenimiento. En el caso de la Corona de Aragón, la organización y explotación de estas granjas estuvo estrechamente ligada al proceso de colonización de las tierras recién conquistadas: Poblet o Santes Creus, en Cataluña; Piedra en Aragón; Benifassà en Valencia; Altofonte en Palermo; y La Real en Mallorca. Ello explica la intensa relación que tuvo el Císter con las órdenes militares, sobre todo con la del Temple, de la cual San Bernardo - que sin duda ha sido el personaje más importante de la Orden - protegió, ayudó e influenció.
Para el caso de Mallorca, cuenta la tradición que el Papa Gregorio IX pidió a Vidal d'Alguaire, abad de Poblet, que enviase monjes para una fundación en el nuevo Reino de Mallorca, acabado de conquistar por Jaime I. Los monjes cistercienses de Poblet entraron en contacto con el conde Nuño Sans, quien cedió su alquería Alpich de Esporles para construir el nuevo monasterio. También cedió otras alquerías, como la de Deià, y casas en Manacor. En 1236 los monjes ya estaban establecidos en el pueblo de la Sierra de Tramuntana, cuya comunidad era conocida como Santa Maria de la Font de Déu (finca hoy conocida como Sa Granja). Esta situación duró muy poco tiempo, pues tres años más tarde los monjes se establecieron dentro del término de Palma, en un lugar conocido como la Real, lugar de huerta que era regada a través de dos importantes acequias: la Real y la de Baster. La fundación del monasterio de Santa María de la Real dependió directamente del monasterio de Poblet; poseyendo este último la tutoría plena del monasterio de Mallorca.
Imagen de la Virgen sobre la entrada al recinto del monasterioEsta situación duró hasta el año 1560, momento en el cual la Real se independizó del monasterio de la Conca, a pesar de continuar siendo filial suyo. El abad cirterciense tuvo siempre un papel importante en la administración eclesiástica y política de la isla, tanto es así que en las Leyes Palatinas de Jaime III se le sienta en segundo lugar, después del obispo, en las cortes del rey. Dos son los personajes que, entre todos los relacionados con el monasterio cisterciense, sobresalen: Ramon Llull y el abad Antoni Raimon Pasqual. Cuando Llull decidió cambiar de vida y cultivarse, eligió la Real. Allí uno se podía aislar del mundo y concentrarse en instruir su vida espiritual y contemplativa. Además, la biblioteca del monasterio era una de las importantes de Mallorca, allí se familiarizó con la mística y la doctrina de San Agustín. A pesar de su vida agitada, de andar de aquí para allá, Llull debió tener siempre comunicación con los monjes del Císter, y ello explica que en su testamento (1313) dejase un cofre lleno de libros a la biblioteca de la Real.
El abad Antoni Raimon Pasqual vivió en el siglo XVIII. Destacó como gran lulista y gran erudito. Fue autor de las Vindicaciones Lulianae, así como de una historia del monasterio. Ya en el siglo XIX, la Real no pudo librarse de ese 'tsunami' devastador que fueron las leyes desamortizadoras. En 1820, después de seis siglos de historia, los monjes del Císter tuvieron que abandonar Mallorca. Los terrenos del monasterio fueron parcelados y vendidos. Según el archiduque Luis Salvador «volvieron los monjes de la Real en 1823 a sus antiguos dominios, pero el monasterio había sufrido mucho y el edificio estaba en ruinas: incluso había servido de hospital durante la epidemia de 1821». En 1835 la Real fue definitivamente abandonada por los monjes. En pocas décadas lo que quedaba del monasterio quedó al amparo del saqueo y de la barbarie, prácticamente irreconocible. En 1897, el obispo Jacint Mª Cervera encomendó a la congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones - es Coritos - los restos del monasterio.
A finales del siglo XIX el monasterio fue restaurado por dicha congregación y, tal como apuntan los historiadores Maria Barceló y Guillem Rosselló: «Reocupado el lugar a finales del siglo XIX, el monasterio ha llegado a nosotros totalmente reconstruído. Es, por tanto, imposible pretender dar una visión de la estructura medieval del lugar».
Claustro del monasterioLos elementos arquitectónicos que hoy en día llaman más la atención son el claustro, que, muy restaurado y reconstruído, fue realizado en el siglo XVI; y la iglesia, que poco tiene que ver con la original. A pesar de la desaparición del antiguo monasterio, los Misioneros de los SS.CC. consiguieron convertir la Real en un centro de ejercicios espirituales y centro de formación de los miembros de la congregación. También han conseguido ser el epicentro de la vida social del barrio del Secar de la Real. Su romería, el día de Sant Bernat, es probablemente de las más antiguas que se celebran en Mallorca, y en la Palma que pervivió hasta hace tres generaciones fue la más importante de las celebradas en los alrededores de Ciutat, muy vinculada a los hortelanos.
Esos aires de fronda que en la actualidad cubren el cielo de la Real no apagarán el futuro del antiguo monasterio, antes al contrario, no cabe duda de que continuará su singladura por los derroteros de la historia.
fabian | 04 Setembre, 2007 06:29
Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana
Dibujo publicado por el BSAL nº 257 de agosto de 1901
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