fabian | 02 Gener, 2007 18:22
A través de mi ventana me asomo al mundo. Hay un momento de la tarde en que el cielo y también la ciudad adquiere colores rosáceos. Ayer, en los cortos momentos del pasajero color disparé mi cámara. Es también esta tonalidad, así como los dorados amaneceres, uno de los colores de estos cortos días. Luego he dudado en publicar la foto y me produce un cierto temor inquirirme sobre el porqué. En el fondo siempre está la tentación de esconder o modificar la realidad, de querer que parezca una postal de esas que quedan en nuestro imaginario como hermosas: una puesta de sol sobre el mar o sobre una naturaleza ordenada, que nunca es virgen.
¿Es una imagen "políticamente correcta"?
Si estos colores aparecieran sobre un limpio y ordenado campo sería una imagen "políticamente correcta", aceptada y aceptable como una postal hermosa. Pero al reflejarse el celeste color sobre algo tan común y cotidiano como estos vulgares edificios, la fotografía pierde fuerza y deja de ser una postal turística. Tampoco es la foto del vertedero o del estercolero que nunca agitaría algún miembro del poder municipal con fines políticos. Y sin embargo mi ventana se abre a estos vulgares edificios, tan vulgares como el mío, y sobre ellos un hermoso color celeste deja una cárdena tonalidad.
Y es que la postal, lo "políticamente correcto" obra no sólo sobre la lengua o manera de hablar sino también sobre lo que vemos y que nuestra mirada modifica de manera que no vemos tanto lo que hay sino lo que queremos ver, la realidad modificada.
Es difícil tener una mirada propia que se aleje, no por voluntad, del tópico, del cliché, de la postal políticamente correcta. Igual que cada vez es más difícil tener un discurso propio que sea distinto del lugar común, que hable de otros temas que no sean la noticia de la que hay que hablar ese día. Pero he dicho algo mal: para tener una mirada propia, un discurso propio hay que tener mucha voluntad, mucho empeño. Hay que esconderse bajo las losas, allá donde los media no lleguen, allá donde no se oigan las voces de los políticos ni la de los locutores de televisión ni los anuncios publicitarios.
Queramos o no, estamos en la época del Gran Hermano, del 1984 orwellano, la época de lo políticamente correcto.
Los "hombres libro" que guardaban en sus memorias los perseguidos contenidos librescos se guarecían en lo profundo de los bosques en la novela de Ray Bradbury. "Fahrenheit 451". Esos hombres tenían una función semejante a la de los monjes medievales que, encerrados en sus monasterios, rescataban para la posteridad (nosotros incluídos) los antiguos saberes. Tienen también algo de esas vírgenes que se escondieron en lo más oculto del bosque y que, rescatadas, conocemos hoy. Precisamente, una de estas vírgenes en Mallorca, lleva el nombre de Lluch ( o Lluc), que significa "lugar sagrado del bosque".
En "Un mundo feliz", de Aldous Huxley, el protagonista sale al "mundo salvaje" - lugar que, aunque todos sabían de su existencia, no se hablaba porque era políticamente incorrecto - donde descubre la verdadera realidad de ese mal llamado "mundo feliz".
"Bajo las losas", ya sean bosques, monasterios, mundos salvajes, era donde los protagonistas de esas novelas que describen nuestro mundo actual encontraron las verdaderas realidades que los discursos políticamente correctos escondían. Allí, en esos lugares recónditos, fue donde se descubrían las verdades (porque existen verdades) a las que las miradas políticamente correctas nunca podían llegar.
fabian | 02 Gener, 2007 09:33
Fuente: BOIB núm. 74 / 2006
Fecha publicación: 23 / 05 / 2006
Santa María la Mayor de Inca fue declarada Bien de Interés Cultural en el BOIB núm. 080 del 29/05/2007
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