fabian | 15 Desembre, 2006 19:59
Sobre un fondo negro unas flores de papel muestran sus vivos colores. ¿Son flores ajadas? "Las hizo Sor Concepción que ahora tiene 93 años". Paredes encaladas de antiguo convento. Sobre la mesa un conjunto de telas que fueron blancas, mostrando filigranas de dobleces; junto a ellas unas piedras planas. "Eran magníficas planchadoras, de gran fama. Hoy no nos atrevemos a tocar estas telas pues nadie sabría plancharlas". Cuadros oscuros de bodegones con frutas, vasijas, flores y dulces. Junto al cuadro han colocado los ornamentos en imitación. Fuera el suelo está mojado.
En el convento de las Capuchinas
Margarita prefiere salir pronto en estas cortas tardes de diciembre, pese a ello la oscuridad nos envuelve al poco tiempo. Calles mojadas de una lluvia de mediodía. Callejones entre altas tapias. Tras una pequeña entrada hay una verja cerrada al huerto. A la derecha una corta escalera nos introduce en el convento del que quisiera fotografiar el belén. Hay una exposición dedicada a la artesanía de las monjas nos avisa un bonito anuncio; tras pagar en el mostrador entramos en una amplia sala. Vitrinas varias muestran figuras, recipientes, ... podrían ser de cualquier siglo ya muy pasado. Una gran puerta de cristal conduce a la huerta, pero está cerrada; sólo dejan al público de la exposición y del belén dos salas superpuestas comunicadas por una sencilla escalerilla de baldosas marrones y escalones acabados en madera. El belén está arriba, me dicen.
L'Artesania: un tresor etnogràfic en el convent
Allí unas cestillas con hilos y agujas que las monjas utilizaban; en diversos rincones dulces, una tarrina de miel con una mariposa; las placas con las que conseguían las blancas formas ácimas para que fueran consagradas; una mesa de refectorio con dos jarras que han sobrevivido sin astillarse ni romperse el paso de dos siglos, de arcillas blancas de Felanitx con pequeñas y curiosas decoraciones. Margarita ya me urge para que salgamos.
Todo es antiguo, en materia y en apariencia. Tiempo fosilizado como el de las tapias del estrecho callejón. Toda la exposición es un bodegón de fondos oscuros y con colores brillantes de frutas y flores de papel. Entre las sombras vislumbras cristales, mimbres, metales, barros que guardan (¿o mejor esconden?) sustancias (o quizás vacíos).
Soy incapaz de juzgar una exposición en una única visita; necesito ver y rever y mirar y remirar. No sé si es hermoso, pero me deja un regusto, un halo de utensilios sencillos y cotidianos que no fueron hechos para relumbrar sino para servir, para ser usados. Han acertado con una idea: toda la exposición es un bodegón de elementos que un día usaron unas manos diestras y hacendosas. Visitarlo es transportarse a un tiempo ya ido, pero hoy existente. Mundo ascético y alegre ajeno a los inexistentes y superfluos relojes y calendarios.
L'Artesania, un tresor etnogràfic en el convent
Monestir de la Puríssima Concepció (Monges Caputxines)
Hasta el 7 de enero
fabian | 15 Desembre, 2006 10:10
Fuente: BOIB 63 / 2003
Fecha publicación: 06 / 05 / 2003
Belén de Jesús en La Sangre
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