fabian | 30 Octubre, 2006 17:26
Yo no sé cuántas cruces de piedra, llamadas "creus de terme", puede haber en Mallorca, pero deben ser bastantes. ¿Y en Palma? Yo conozco la de la Porta des Camp y la que hay en la plaza Santa Eulalia, esquina con la calle Morey; aunque no estoy seguro de que ésta sea una cruz de término. Antiguamente había una en las avenidas, que supongo que es la existente en en la Porta des Camp y no sé si había alguna más cerca de Les Quatre Campanes. No sé. Habría que hacer, como han hecho en Aragón, un pdf con todas las cruces.
Lo célebre es que el texto que hoy presento ya tiene esta idea de recoger imágenes de estas cruces de piedra y sus historias y, ya en 1885, pide la ayuda a sus asociados para hacerla.
Pero mejor será empezar explicando la forma cómo he llegado a este tema. Ya hace varios meses que puse un enlace a la Biblioteca virtual de prensa histórica. En aquel tiempo pensé que era interesante poder recoger los índices y los artículos que me parecieran curiosos. Claro que los textos en esa biblioteca son imágenes que, aunque se puedan bajar, no permiten copiar fragmentos. Hoy he vuelto a visitarla y me he ido al listado de Illes Balears, donde he seleccionado el Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana (Palma de Mallorca. 1885) y he comenzado por su número uno, de enero de 1885, donde se encuentra el siguiente índice:
Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, núm. 1. (10/01/1885)
He elegido el artículo de Bartolomé Ferrá y Perelló sobre las "creus de terme" o las "cruces de piedra". Es una primera parte. Me ha interesado no sólo por su temática, sino también por su vocabulario, sus expresiones y su estructura ya que comienza con un intento de historia ...
Cruz de sa Porta des Camp en Palma
Bartolomé Ferrá y Perelló: Cruces de piedra
Quizás en ninguna comarca se hayan levantado tantas cruces de piedra sobre pilares aislados como en nuestra patria, pues no sólo estos pequeños monumentos, debidos a la piedad de nuestros antepasados cristianos, sirvieron para fijar las divisorias de los términos junto a los caminos, sino también para indicar los principales centros, avenidas e ingresos de las poblaciones y monasterios.
Si nos remontamos a investigar el origen de tales cruces, propiamente llamadas en España Humilladeros porque los viandantes, haciendo alto a su pie, solían rezar alguna plegaria, hallaríamos que las más antiguas debieron ser las que, en los primeros siglos del cristianismo, se colocaron sobre las piedras bamboleantes de los pueblos druidas, al intento de sustituir las supersticiones paganas con las doctrinas del Evangelio y la creencia en el misterio de nuestra Redención.
Más adelante se levantaron de nueva planta en las encrucijadas y puntos de confluencia de las vías públicas, cubriéndolas de tejadillos que, al par que defendían aquellas benditas imágenes contra la intemperie, ofrecían sombra y descanso en sus gradas a los vecinos y labradores comarcanos, y, de noche, tal vez servían de refugio a los pobres pasageros (sic) sorprendidos por las tempestades. Pertenecientes a esta clase recordamos haber visto la titulada Creu cuberta en las cercanías de la ciudad de Valencia, y el pedestal y techumbre de la que indudablemente existió, inmediata a la de Marsella, junto al camino que conduce al Santuario de la Virgen de la Guardia. En Mallorca tan sólo conocemos la situada frente la Curia des Compte en Sóller.
No dejan de encontrarse en Francia, especialmente en sus antiguos camposantos, si bien las mejores, citadas y grabadas por Violet-le-Duc y por M.A. de Caumont desaparecieron a últimos del siglo pasado.
Cruz de sa Porta des Camp (Palma)La disposición constantemente adoptada en nuestra isla consiste en una gradinata de planta octogonal, raras veces circular, en cuyo centro superior se levanta una columna prismática también octogonal de unos 25 centímetros de diámetro por unos 2,50 metros de altura, inclusos la base y capitel. Éste suele mostrar su tambor revestido con tantas estatuitas como hornacinas o facetas forman su contorno, si bien una de éstas lo ocupa el escudo de armas correspondiente a la villa en que radica o al gremio o familia que costeó su erección.
Surmonta dicho capitel la cruz de airosos perfiles, más o menos filigranada, con el Cristo enclavado, y en los cuatro medallones se ven las imágenes acurrucadas de la Virgen y de San Juan, a derecha e izquierda; la de la Magdalena en el inferior y el pelícano en el superior. Llena el reverso la imagen de la Virgen con el Niño, de pie sobre una repisa, circuida por otros tantos medallones con los emblemas de los cuatro Evangelistas.
Algunos ejemplares conocemos de estilo ojival terciario que son modelos muy notables, dignos por todos conceptos de ser restaurados y conservados; únicas muestras del Arte religioso que en algunos pueblos han resistido a la acción del tiempo y al inconsiderado afán de modernizarlo todo. Sin que pretendamos rebajar el mérito de las que existen en Cataluña, a juzgar por las que vemos reproducidas en las Memorias de la Associació Catalanista d'excursions científicas (sic) no vacilamos en asegurar que la generalidad de las existentes en Mallorca, si no las aventajan en valor arqueológico, son mucho más importantes como obras artísticas.
Las que en el orden cronológico siguen a las mencionadas son las erigidas durante el Renacimiento que, aun cuando conservan igual forma de conjunto, muestran en sus detalles la influencia de la moda italiana. Sus capiteles afectando cimborios con cubierta de pizarra, en vez de las almenillas que caracterizaban las composiciones de la Edad Media, los follages (sic) de tímida y convencional factura decorando los brazos y el barroquismo de las imágenes esculturadas que suelen reducirse a las del Cristo y de la Virgen, demuestran el escaso ingenio y la decadencia que se reflejaba en aquellos monumentos al par de los retablos y portadas de nuestros templos.
Imagen del Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana nº 1Por último: los pocos ejemplares que a fines del siglo pasado y durante el corriente se han construído, casi todos en sustitución de otros que habían desaparecido, con sus formas en extremo simplificadas y tal cual vez con más pretensiones que buen éxito, demuestran la falta de recursos y el mal gusto que ha presidido su erección. Sin que por esto dejemos de reconocer, en justicia, la buena voluntad de las personas que han ofrecido sus limosnas, y las dificultades por parte de los escultores rutinarios de tallar ricas piezas a cambio de retribuciones muy escatimadas.
Sin ánimo de emprender un estudio completo sobre esta clase de monumentos populares, conocidos en Mallorca bajo el nombre de Creus de terme, terminaremos nuestras observaciones dirigiéndolas muy especialmente a los Rdos. Cura-párrocos de los pueblos, a los magníficos Ayuntamientos de los mismos y a nuestros consocios corresponsales, recomendándoles su conservación, bajo el doble motivo de ser símbolos de nuestras santas creencias, y joyas del Arte que honran a los pueblos en cuyos recintos y términos existen levantadas.
De entre las varias que, durante nuestras excursiones por la isla, hemos tenido ocasión de trasladar a nuestro álbum, reproducimos en la adjunta lámina la que nos ha parecido más interesante. Y, como apéndice a este limitado trabajo, más adelante insertaremos la relación de las que sabemos existen en Mallorca, agradeciendo a nuestros amigos responsables de los pueblos los datos y noticias que, para completarla se hayan dignado suministrarnos.
Palma, 1º Enero de 1885
Bartolomé Ferrá y Perelló
Pues no está nada mal. Veo que en el número 4, correspondiente a febrero de 1885, continúa una segunda parte que si puedo transcribiré.
Luego he buscado por Internet. He escrito en el Google "creu de terme" y, entre muchísimas catalanas, en las 15 primeras páginas del Google, aparecen nombradas algunas mallorquinas como la de Algaida, de la Colònia de Sant Pere, la de Sineu, Jordi Bayona que entona un réquiem por la que hubo en les costes den Xorrigó, de Capdepera. Posiblemente haya más. Pero no hay muchas imágenes y las que hay son pequeñas. Además sólo se citan, sin contar su historia.
Bien, ya veré cómo sigue el tema en las páginas del Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana.
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