fabian | 09 Maig, 2006 20:16
Se me ha hecho tarde y no he preparado nada en toda la tarde. Rebusco entre las carpetas de fotografías la que puse ayer para encontrar su pareja. Al fin la encuentro. Bien, ¿y ahora qué?, me pregunto a la vez que espero de mí mismo una respuesta que sé que no llegará. Fenece tras la ventana abierta una tarde larga y hermosa. Allá y acullá se encienden luces de viviendas con vida. El cielo está claro ... ¿dónde estará la estrella vespertina? Y en el fondo de mi bosque interior, en un rincón ignoto resuena un eco que pedía perdón para una estrella (y también para nosotros). ¿De dónde surge esa expresión? Rebusco entre el oscuro follaje de ese bosque aún no recorrido y ya nacida la noche escribo en el buscador de esta bitácora las palabras "debería haber perdón". Y el buscador se convierte en "encontrador" de retahílas olvidadas:
[...] La ciudad apagada,Palabras preciosas que un día escribiera Basilio Sánchez y a cuyos poemas he acudido en varias ocasiones, como en Estrella culpable de Basilio Sánchez o "Un lugar transitable" que hoy, al leerla de nuevo, llega hasta mí con caricias que no había descubierto en pasadas lecturas.
En la calle San Felio, la jamba izquierda
¿Cómo me pudo pasar desarpercibida esa concepción de un bosque interior? ¿Cómo pudo ser que no me diera cuenta de que esos recuerdos comprimidos de cortos instantes que forman el puzle de nuestra memoria no son sino calveros, lugares sagrados de un bosque que habita en nuestro interior? Extenso bosque donde el sol no llega a atravesar la cúpula formada por tupidas copas. Bosque que encierra peligros desconocidos como esos inacabables barrancos por donde caes durante tiempo y tiempo, depresiones de las que parece imposible salir. El bosque,/ su inconsciente temor al inventario, / al recuento exhaustivo de recodos, / elementos triviales, pájaros ocultos, dice el poeta.
Al empezar me hice una pregunta de la que no esperaba respuesta. Y, sin embargo, basta dar algún paso en ese bosque interior del que nos habla Basilio Sánchez para encontrar una sombra, un rayo, una hierba, una hoja, una flor, una piedra ... que se convierten en hilos conductores de pensamientos viejos y, a la vez, nuevos puesto que la mirada siempre es distinta y recién nacida. Tarde se me ha hecho en este escrito. Termino.
[...]
El que he sido hasta hoy cruza de nuevo
sus bosques interiores,
los lugares contiguos en los que la mirada
se vuelve y se apacigua, donde un rumor apenas
pone nombre a las cosas
que sólo he presentido.
[...]Basilio Sánchez: Un lugar transitable
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