fabian | 24 Març, 2006 17:02
Errores de principiante: ayer, tras haber escrito un artículo, lo perdí. No le había puesto título. No es la primera vez que me pasa. Para escribirlo había sudado. En fin: aceptar con humildad el error e intentar no volverlo a repetir.
Viento, sol y temperatura tirando a alta. Primavera. Pero esta primavera huele a traición. Está anunciada. Tristeza y desesperanza. El traidor, como suele suceder, quien más tenía la obligación de defender. Palabras para ocultarla, bajo las palabras el puñal. El traicionado será el pueblo español y su Constitución. La fecha creo que el día 30. El puñal: un proyecto de ley que se votará ese día.
Si el pueblo español tuviera agallas se lanzaría a la calle y, pacíficamente pero con fuerte decisión, exigiría o elecciones previas o referéndum. Pero temo que no tenga agallas ni resolución y la traición será consumada para vergüenza y vilipendio de todos. Triste sino el de este pueblo tantas veces traicionado, aunque a veces se ha sabido levantar con valentía y bravura. En fin, mejor dejar este tema.
Cristalera en el Consolat de la Mar
Subo una foto. Es parte de un edificio de Palma. Un día debiera reunir todas las fotos de este edificio en un artículo. Cada foto es un fragmento de espacio que la cámara captura. Posiblemente nuestros ojos no atiendan a cada uno de los pequeños detalles que la imagen muestra y sólo recojan fragmentos de ese fragmento; de todos los estímulos sólo aquellos que convertimos en señales. El cerebro, maravilloso órgano, juega al puzzle y recompone una imagen global juntando esos fragmentos. Posiblemente haya en ese conjunto numerosos huecos, puntos negros, que, de manera sabia rellena de luces y colores para que no se noten los huecos, los fragmentos no existentes.
No sé cómo funcionan la memoria y los recuerdos. Pero también encuentro en ellos los fragmentos. Fragmentos de tiempos, de siluetas y figuras de personas que estuvieron presentes y de los que me quedan los huecos de sus vestimentas o de sus ademanes. Fragmentos de conversaciones de las que he olvidado las palabras.
Todo en mí va a fragmentos, piezas de un puzzle nunca completo, jamás acabado. Las palabras que escribo también van surgiendo a puñados, pequeños grupos que no cubren la frase entera, la cual debo rellenar en varios intentos.
¿Y qué es una bitácora sino un puzzle en que cada pieza es un artículo? Día a día voy colocando forzadamente una pieza, un fragmento.
¿Puede desde sólo una pieza adivinarse todo el puzzle?
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