fabian | 28 Desembre, 2005 18:22
Margarita siempre se para en los puestos de flores de La Rambla. Al principio no me di cuenta: en un rincón, de un cubo sobresalían unas ramas con bolitas rojas: ¡Cirerer de Betlem!.
Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada,
una rosa inmaculada
de un rosal
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.
A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.
¿Es realmente cirerer de betlem? No puedo estar seguro. De niños, años 50, íbamos en el tren de Sóller a alguna estación cercana (s'Esgleieta) y otros años, no en tren, a Valldemossa, donde recogíamos musgo para el belén. Pocas veces, pero sí alguna, encontrábamos alguna mata de este arbusto. ¡Qué bonito! Era otra Mallorca.
Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:
- Rosa, la más delicada
que por mi amor cultivada
nunca fue;
rosa, la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;
blanca estrella que del cielo,
curiosa de ver el suelo,
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó
¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te quitó de la rama,
que no estás en tu rosal?
Años ochenta: Frente al colegio donde trabajo, el Ayuntamiento crea un parque público. Lo limitan con algunos árboles. Al regresar de las vacaciones de navidad faltan muchos árboles que los vecinos han arrancado para utilizarlos como decoración navideña.
¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Que es traicionero
el amor?
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?
¿Bajo qué cielo caíste?
¿a quién tu tesoro diste
virginal?
¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?
¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
Años noventa. El colegio tiene dos edificios. En el pequeño, dedicado a los párvulos, hay algunos parterres. No hay presupuesto para jardinería, pero entre los profesores cuidamos que haya algunas plantas con flores. Noviembre, día de las vírgenes. Han arrancado todas las flores. Los alumnos de 9 y 10 años se las regalan a las niñas. En los parterres no ha quedado ni una sola flor.
[...]
Así un día y otro día
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquel en que a la fuente
un caballero llegó
y la rosa dulcemente
de su tallo separó...
No he preguntado el precio, dá lo mismo. Ya, para el nacimiento, no ponemos ni musgo, ni mata, ni adornamos la casa con cirerer de betlem. Mejor poner como base del belén una tela bonita. ¿Cuántos años hace que no veía cirerer de betlem? Tampoco musgo. Bueno. Ha sido una alegría que me ha traído recuerdos. Y el poema, Era un jardín sonriente, de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, lo publiqué no hace mucho, en marzo, en esta bitácora. ¿Por qué me habrá venido a la memoria?
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